Por Pablo Hiriart
Biden juega su partido
de dominó en Virginia
Virginia es la más importante, porque es considerada un termómetro político del futuro de la correlación electoral, a nivel nacional, entre demócratas y republicanos, dice Pablo Hiriart
MIAMI, FL.- Mañana martes podría comenzar la caída de las fichas del dominó del presidente Biden, con estación intermedia en la pérdida de las dos cámaras del Congreso el próximo año y luego sacarlo de la carrera por la reelección en 2024.
Estados Unidos celebra mañana, 2 de noviembre, dos elecciones especiales, fuera de ciclo: las gubernaturas de Virginia y Nueva Jersey.
Virginia es la más importante, porque es considerada un termómetro político del futuro de la correlación electoral, a nivel nacional, entre demócratas y republicanos.
Por varias razones lo es:
De haber sido por décadas un estado rojo (republicano, rural, conservador y blanco), su crecimiento demográfico lo ha vuelto azul (demócrata, suburbano, liberal y diverso étnicamente).
Ningún republicano ha ganado la gubernatura desde 2009. Biden triunfó en el estado en 2020 cómodamente con 10 puntos de ventaja sobre Donald Trump.
Si los demócratas lo pierden, será visto como un referendo de la presidencia de Biden porque la popularidad del candidato demócrata Terry McCauliffe lleva una correlación perfecta con la del presidente.
Cuando Biden estaba fuerte, McCauliffe lucía imbatible. Ahora que Biden se encuentra de capa caída, Terry McCauliffe está empatado con su rival republicano, Glenn Youngkin.
Apenas ayer, la popularidad del presidente traía malas noticias para los demócratas. De acuerdo con el promedio de encuestas del sitio especializado FiveThirtyEight, el 51 por ciento de la población desaprueba la gestión del mandatario, y el 43 por ciento lo respalda.
En Virginia hay un momentáneo empate entre el republicano Youngkin (47.6 por ciento de intención de voto, contra un 47.0 para el demócrata McCauliffe). La situación varía, ligeramente, día con día.
De hecho, McAuliffe ya fue gobernador de Virginia (el único estado del país que no tiene reelección consecutiva). Sus padrinos son los Clinton. Por años fue su recaudador de fondos en jefe, tanto de él como de Hillary.
En su primer periodo como gobernador fue muy popular. Su debilidad se encuentra en que su suerte ha estado sincronizada con la de Biden.
Youngkin ha sido respaldado en su candidatura por Donald Trump. Pero su campaña ha sido inteligente y no ha seguido el libreto grosero y extremista del expresidente.
El aspirante republicano ha buscado sumar a la base de Trump, más a moderados e independientes. Su estrategia lo ha hecho más peligroso para los demócratas que un trumpista clásico y cerrado.
Su debilidad estriba en que está en contra de los mandatos de vacunación obligatoria, en tanto que siete de cada 10 virginianos apoyan la obligatoriedad de la vacuna contra el Covid. Esa cifra es mayor que el promedio nacional.
El desenlace de las elecciones en Virginia es clave para los demócratas. Por eso toda su plana mayor, la más popular y la más sólida, ha salido a apoyar a McAuliffe. Biden estuvo ahí hace unos días. También Kamala Harris y el expresidente Barack Obama.
Como siempre para los demócratas, un alto abstencionismo los aniquilaría. Por eso necesitan estrellas en el micrófono para mantener la energía de los votantes.
Si los demócratas pierden Virginia, o incluso si la ganan con reducido margen, va a ser un anticipo de lo que podría ser el inicio de una caída en dominó para Joe Biden en 2022, donde pueden perder el control de las dos cámaras.
Para los demócratas implicaría una señal funesta rumbo al 2024, cuando se juega la presidencia ante Trump y los republicanos, que usarían esos desenlaces para mostrar que los demócratas son los miembros de una casa dividida, herida y vulnerable.