Por Yuriria Sierra
La advertencia
Hace exactamente doce meses entrábamos en uno de los momentos más duros en la historia contemporánea de nuestro país, que nada tenía que ver con la narrativa de violencia generada por el crimen organizado o de división ideológica; ésta era una mucho más cruda, capaz de atacarnos a todos, no importaba dónde nos encontráramos. Llevábamos ya varios meses de ser testigos del desarrollo de la pandemia por covid-19, pero cuando comenzaron las fiestas decembrinas de esa oscura Navidad de 2020, las campanadas y los villancicos se perdieron por completo, comenzaron a ser sustituidos por el sonido de una sirenas que no cantaban sueños al oído, significaban, más bien, el convertirse en parte de una terrible tragedia.
No importaba la hora del día, tampoco el lugar, las ambulancias iban y venían en una larga fila, como largas eran las filas también para buscar un tanque de oxígeno. Familias que acabaron con sus ahorros, que lo gastaron todo por concederle a su paciente enfermo algunas horas más para respirar. Algunos lograron salir avante, pero otros más se convirtieron en un número más de esa terrible cifra que engloba muertos y omisiones de las autoridades.
Un año después seguimos bajo el yugo de un virus que aún no hemos terminado de comprender, pero también tenemos la oportunidad de hacer que el panorama sea distinto. Sin embargo, las señales indican que podríamos estar acercándonos más a la repetición. Lo alertó ayer la Organización Panamericana de la Salud: en México se observa un aumento de contagios y defunciones; además, la estrategia de vacunación ha resultado insuficiente. La suma de estos factores, más las calles llenas y la relajación en el cumplimiento de las medidas sanitarias, podría provocar que la cuarta ola de la pandemia sea una realidad en nuestro país, tal como lo ha comenzado a ser en otras regiones, como en Europa.
Y si esto fuera poco, a esto le agregamos estudios científicos que mucho nos recuerdan lo tanto que aún tenemos que aprender sobre el comportamiento del virus y sus efectos. La Universidad de Cambridge, por ejemplo, reveló, después de un año de habernos dicho que la sana distancia era una de las medidas que podríamos mantener en operación para evitar un contagio, que por sí sola no funciona, pues las características de la tos de cada persona son distintas. Las gotículas que expulsamos salen con velocidad e intensidad distintas, nunca es igual. Así que, ante la llegada de la temporada decembrina, la advertencia de que, al menos en la CDMX, ninguna actividad económica cerrará sea cual sea el color del semáforo epidemiológico, el cubrebocas debe seguir como el instrumento necesario y obligado cuando convivimos con una o más personas que no formen parte de nuestro entorno inmediato.
Apenas hace unos días, Andrés Manuel López Obrador habló de una tercera dosis de refuerzo, semanas después de que en otros países ya es una realidad, aquí apenas se plantea como una posibilidad. Nadie quiere regresar a esos días tan oscuros de diciembre y enero pasados; tenemos la oportunidad de evitarlo, seamos conscientes, no queremos una cuarta, menos una quinta ola.