Patricia comenzó a vender en vagones del Metro cuando tenía tres meses de embarazo, hace ya 34 años.
Pequeñas bolsas con 10 chicles fue el primer producto que ofreció en los convoyes y con esto pudo pagar el parto de su bebé, al quien llamó Luis. Porque con el tiempo cambian las necesidades, ha vendido desde casets hasta cubrebocas.
En su momento buscó que la contrataran como trabajadora asalariada en empresas, pero los bajos sueldos y el poco tiempo que disponía para cuidar a sus hijos la orillaron al comercio en no formal. Así, encontró en los vagones una oportunidad de autoemplearse.
«Llegué embarazada. Empecé a vender porque era madre soltera, con tres hijos, no me apoyaba nadie. Entonces, era la única manera de poder trabajar y llevarme a mis hijos a trabajar. Dejar de trabajar temprano, regresar corriendo a darles de comer, que en otro trabajo no pude haberlo hecho», describe.
Para que le sea redituable, cada día hace recorridos de las 09:00 a las 19:00 horas. Pero eso ha implicado que en varias ocasiones policías la remitan ante un juez conciliador. En las remisiones, los agentes la han golpeado y, posteriormente, ha tenido que dormir en instalaciones de los juzgados o en el Centro de Detenciones: El Torito.
Ahora de 51 años de edad, nota y lamenta un aumento de fuerza por parte de los policías al detener a las vendedoras. Patricia pide que sean reconocidas y no se estigmatice su ocupación.
«No ha cambiado nada, de antes a hoy, se ha criminalizado todavía más, porque antes sólo existían los vigilantes y sí nos remitían. Pero no con lujo de violencia, hoy en día, lo que es la PBI (Policía Bancaria Industrial) y la PA (Policía Auxiliar), nos remiten, nos esposan, nos pegan, es peor hoy que antes», compara.
Mujeres vendedoras han exhortado a funcionarios del Metro para que realicen un censo y buscar alternativas laborales para que ya no sean detenidas.
Mediante la organización Mujeres en el Empleo Informal Globalizando y Organizando (WIEGO, por sus siglas en inglés), las vendedoras exhortaron a la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, a instalar mesas de diálogo para buscar alternativas.