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Sacbé era pura libertad.- Enrique Toussaint

Sacbé era pura libertad.- Enrique Toussaint

Del aeropuerto en Mineápolis, Eugenio y Fernando Toussaint llegaron directo al estudio Brewhouse, uno de los mejores de la ciudad, para reunirse con su hermano Enrique y ensayar antes del concierto de Sacbé, después de seis meses sin tocar juntos.

Con la complicidad del ingeniero Rob Genadek, dueño del estudio y a cargo del sonido en el concierto, Enrique les tendió una trampa fraterna pues, sin decírselo a sus hermanos, ese ensayo sería grabado.

Vía telefónica desde Mineápolis donde reside, Enrique Toussaint rememora aquella jornada en 2007, ahora recuperada en un disco que compila 40 años de la agrupación, una de las más influyentes en la historia del jazz en México, fundada en 1976 con los hermanos Eugenio (teclados), Enrique (bajo) y Fernando (batería) y el saxofonista Alejandro Campos.

«Llegamos al estudio, hicimos una lista de las canciones de Sacbé, le vamos a dar una vuelta para ver de qué nos acordamos y de qué no, y se grabó todo el ensayo, una hora y 20 minutos. Empezamos a tocar y se fue quedando todo grabado.

«En general, todas las tomas son primeras tomas. Donde cometíamos un error, regresábamos al principio y la tocábamos de corrido. Ellos no sabían que estábamos grabando», dice el bajista.

Sus hermanos se percataron de la grabación cuando ya llevaban dos terceras partes del ensayo, Eugenio sacó entonces de su portafolio una pieza nueva Pinot Noir para ensayarla.

Enrique recuerda la satisfacción compartida con sus hermanos cuando terminado el ensayo, entraron a la cabina para escuchar la grabación.

«Dijimos: ‘híjole, nos capturaron súper en vivo como si hubieran ido a oírnos tocar, totalmente impromptu’, y si nos equivocábamos, pues nos equivocábamos. Así se quedó todo, dejé todo como estaba», comparte el bajista.

De esa grabación, sin tocar nada de manera digital, Enrique publicó en 2007 el disco Tri Neo. La razón es que los hermanos, tocando como trío e invitados, querían llevar un material de promoción a su gira por Asia y a un festival de jazz en Haití.

Después de que falleció Eugenio, en 2011, Fernando y Enrique fueron invitados a rendirle homenaje, pero les costaba mucho trabajo. Decidieron utilizar la pista de piano de Eugenio de aquella sesión de 2007 para tocar otra vez con él. Hicieron dos tributos, en Guadalajara y Zacatecas, en esta ciudad, convocaron al percusionista Armando Montiel.

Funcionó bien, a pesar de lo emotivo que resultaba para ellos hacerle un tributo a su hermano.

Cuando murió Fernando en 2017, Enrique quiso reunir a todo el grupo. Se propuso incorporar percusiones y alientos a las pistas ya existentes y convocar tanto al multiinstrumentista de vientos Jon Crosse como al percusionista Armando Montiel, quienes fueron parte de Sacbé, aunque jamás tocaron juntos.

El plan quedó pendiente por tres años, reactivado por el interés creciente de una audiencia joven por Sacbé que se acercaba a Fernando.

«Se me hizo muy emotivo, me sorprendió mucho que dos generaciones después de nosotros estuvieran interesados otra vez en nuestra música que no era comercial ni fuimos una banda que nos tocaran en la radio. Me toca mucho el corazón saber que le tocamos el corazón a la gente con nuestra música», asegura Enrique.

Consiguió apoyo para poder financiar el proyecto y pidió a Montiel y Crosse, quienes grabaron por separado, entrar al estudio con esa misma espontaneidad de la sesión en 2007 y «reaccionar» a las pistas. Para dar espacio a Crosse para tocar, Enrique eliminó algunos de sus solos con guitarra.

El disco Sacbé Tri Neo. Dimensiones contiene aquellas piezas tocadas por los hermanos como trío en los últimos años como JacoSteinbergA mis hijos. Se trata de la única grabación en vivo de los Toussaint con Sacbé.

«Me impresiona mucho que la tecnología haya capturado esa energía tan fuerte que había entre nosotros tres, y 15 años después ellos (Montiel y Crosse) puedan reaccionar como si estuvieran ahí. Esa energía, tan etérea y fuerte, está como encapsulada», dice Enrique.

Resalta el entendimiento natural entre ellos, un tanto «indescriptible», pero basado en «el amor y el respeto. Trabajaron tanto juntos, hasta la muerte de sus hermanos, que podían reaccionar de manera instantánea.

«Siempre tocamos tan libremente y con tanta integridad, nadie nos dijo cómo hacerlo. Era pura libertad. Nos interesaba hacer música original, que tuviera identidad e integridad».

Desde el fallecimiento de sus hermanos, su labor ha sido seguir «respetando y honrando» esa música. «Añoro a mis hermanos», asegura el bajista conmovido hasta las lágrimas al recordar a Eugenio y Fernando.

La portada con el tucán es diseño de Enrique. El CD está disponible en Bandcamp, Amazon, iTunes, CDBaby y Spotify.
La herencia musical
En las fiestas organizadas en casa de los Toussaint, siempre se terminaba tocando y cantando.

Su padre era un bohemio que tocaba el piano y cantaba boleros. El abuelo materno tocaba el saxofón y su bisabuela, el piano y la madre de ésta, ganó las palmas académicas en París tocando el piano.  

Así que la música siempre rondó a los hermanos, criados en un ambiente cultural.

El museógrafo Fernando Gamboa, amigo de su abuela materna, les procuraba entradas para el Palacio de Bellas Artes, así vieron, por ejemplo, a Ella Fitzgerald e incluso, podían ir tras bambalinas para saludar a los artistas.

Eran asiduos al cine y competían, de vuelta en casa, por ver quién se sabía la melodía en el piano.

Enrique Toussaint evoca a su hermano mayor, Eugenio, como un «geniecito» que empezó a escribir canciones a los 13 años.

Antes, dice, armaron una banda para tocar canciones de los Beatles, y cada hermano eligió su instrumento de forma natural. Su madre se hacía de los recursos para que sus hijos pudieran seguir.

«Teníamos una guitarra de Paracho en la casa y mi madre le quitó las seis cuerdas para convertirla en bajo cuando yo tenía 8 o 9 años», rememora Enrique. «Los cuatro (Eugenio, Enrique, Fernando y Cecilia) cantábamos y hacíamos armonías, una vez nos ganamos un trofeo en la compañía de mi papá, en un teatro del IMSS por Satélite».

Más grande, Eugenio ya tocaba el piano, tomaba los discos de su abuelo Enrique, entre ellos de Oscar Peterson, para sacar las piezas y formó un trío. Enrique se interesó mucho por lo que estaba haciendo su hermano y se aprendió el repertorio sin que Eugenio lo supiera.

Un día sucedió que el bajista que tocaba con ellos se iría a estudiar a Inglaterra y el trío tenía un concierto, el primero en un teatro. «Yo me sé todo el material», le anunció Enrique. Incrédulo, pero presionado por lo inminente del concierto, Eugenio aceptó oírlo.

«Desde ese día en adelante empecé a tocar con él», rememora.

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