De entre las pérdidas humanas que hubo del lado de los Insurgentes, se cuentan los militares Joaquín Arias y el joven Indalecio Allende (hijo del General Ignacio Allende), cuyos cuerpos se mantuvieron sepultados en las inmediaciones de Baján durante 11 años, y no fue hasta el 19 de marzo de 1822 en que el Ayuntamiento de Monclova en acuerdo con el cura José Francisco Soberón, determinaron trasladar los restos de quienes a partir de esa fecha se les reconocería como heroicos patriotas. Ya en Monclova, los restos se conservaron durante muchos años en la Parroquia de Santiago Apóstol, y ocasionalmente en fechas conmemorativas, se sacaban al exterior a la vista de los vecinos de nuestra población, para rendirles honores por haber ofrendado su vida por la causa Insurgente.

Al confrontar a las fuerzas que encabezaba Ignacio Elizondo, Indalecio Allende cayo muerto inmediatamente, en cambio Joaquí Arias en su intento de querer defender al joven Indalecio, quedó malherido y fue trasladado por Fray Gregorio de la Concepción, a un jacal cercano, donde finalmente falleció.
Los restos óseos se conservaron al interior de una caja sencilla de madera, recubierta en su interior con terciopelo negro, y junto a ellos, también estaban los restos de Ignacio Aldama y de Fray Juan de Salazar, hasta que en una visita que hiciera el Obispo de Linares, Francisco de Paula Verea y González de Hermosillo, dispuso fueran sepultados en el Panteón de Santiago, que se ubicaba al sur-oeste de nuestra Ciudad.
Archivo Municipal
Arnoldo Bermea……….Cronista de la Ciudad.