«¿Por qué debería mi público verse afectado sólo por los recuerdos citados en forma oral de las sensaciones y percepciones sensoriales? Exijo a mi público una experiencia sensorial directa», escribió el artista Hermann Nitsch a propósito de su Teatro de las Orgías y los Misterios, con el que se proponía sobrepasar el lenguaje.
En palabras del propio artista, el propósito era involucrar los cinco sentidos, que el público probara, oliera, mirara, escuchara y tocara. Para eso se le daba al público la carne, las vísceras y la fruta.
«Se esparcían olores, se quemaban inciensos y otros materiales, se vertían líquidos como sangre, combustible, vinagre, leche, orina, gasolina, aguarrás, amoníaco, agua caliente por todo el recinto teatral», postuló el icónico artista del accionismo vienés, polémico por sus usos performáticos de sangre y vísceras animales, fallecido este martes a los 83 años.
El Teatro de las Orgías y los Misterios era una pieza de seis días de duración basada en la idea de una nueva forma de «obra de arte total» en la que se escenificaba la realidad, y que llegó a incluir 13 mil litros de vino, cientos de litros de sangre, kilos de uvas y tomates, varios cuerpos de animales y acompañamiento musical.
En sus exposiciones en el extranjero, mostraba fotografías del Castillo de Prinzendorf, en la baja Austria, al que describía como el lugar ideal para su teatro, adquirido por su ex esposa Beate, muerta de manera trágica en un accidente automovilístico.
«Mi arte no ilustra hechos filosóficos, los descubre. Mi arte discurre por los caminos de la filosofía, está incrustado en ellos», escribió el artista.
Sus acciones entre 1960 y 1967, en Viena, le acarrearon varios juicios, incluso encarcelamiento en tres ocasiones, razón que lo empujó a dejar Austria y afincarse, hasta 1978, en Alemania. Pero, con la mudanza, no cesaron las protestas contra su obra.
Protestas que, en realidad, lo persiguieron toda su vida.
En México, por ejemplo, Nitsch nunca pudo ver montada una exposición individual que habría sido la primera en América Latina. De manera intempestiva, en febrero de 2015, el Museo Jumex canceló, tras los reclamos de activistas defensores de los derechos de los animales, una retrospectiva de su obra cuando ya las piezas estaban en camino, y con el artista ya en el País.
«En mi carrera he enfrentado algunas dificultades por esa razón, pero nunca se canceló ninguna de mis exposiciones. Siempre he dado pie a discusiones interesantes alrededor de estos temas. Pienso que el mundo internacional del arte funciona sin censura», respondió entonces a REFORMA, cuestionando la decisión del Jumex.
Nitsch incluso compuso una pieza musical en el marco de la muestra cancelada, Simphonie für Mexico City, cuyo estreno sí se llevó a cabo, pero en el Ex Teresa Arte Actual, y que él atestiguó a distancia, a través de un teléfono celular, desde el hospital, pues a su llegada había sido hospitalizado debido a una descompensación por la altura de la ciudad, y canceló toda aparición pública.
Sus obras suelen estar relacionadas con rituales de sacrificios, falsas crucifixiones, desmembramiento de animales y actos sexuales, que, para él, representaban una forma de atacar tabús sobre el sexo, la muerte y la violencia.
«Leyendo a Freud y a Jung quise integrar los mitos de la redención, vistos e interpretados desde la perspectiva de la psicología profunda», externó. Y, para eso, no le bastaría el lenguaje.
Nitsch trató de explicar que en sus acciones con animales utilizaba cadáveres suministrados por carniceros, cuya carne estaba destinada al consumo humano.
«Mi teatro se supone que debe afirmar la vida y la alegría del ser, pero al mismo tiempo captura la tragedia que permite que la eternidad continúe», explicó.
Hasta antes de la censura en México, su obra había sido vista en el País solo en dos colectivas: la primera, en 1997, en la galería Art+Idea, junto a Günter Brus y Rudolf Schwarzkogler, fundadores con Nitsch del accionismo vienés, donde también se incluyó el trabajo de Semefo, y en 2005, en el Museo de Arte Moderno, en una exhibición de arte austriaco.
Fallecido en un hospital de Mistelbach, según confirmó su actual esposa, Rita Nitsch, tras una enfermedad grave, ya no atestiguó uno de sus mayores éxitos, una acción pictórica en la próxima Bienal de Venecia, que arranca este sábado, según lamentó la Galería Pace, que lo representa.
En julio, en el Castillo de Prinzendorf, se presentará la primera parte de su obra de seis días, un «ritual que glorifica la existencia», en una reposición que se vio dos años pospuesta por la pandemia. Era voluntad del artista que este espectáculo siguiera presentándose aun después de su muerte.
Su obra volverá en 2023 a Nueva York, donde tuvo su primer éxito internacional en 1968 cuando Jonas Mekas lo invitó a escenificar su teatro. Presentó un par de acciones exitosas que recibieron el apoyo total de los artistas del happening y de Fluxus.
«No quiero hacer arte que cause indiferencia, sino uno muy intenso, y todo el mundo del arte lo sabe y lo respeta: saben que es arte verdadero», proclamaba el artista.
Alrededor de la obra de Nitsch lo que menos hubo fue indiferencia.