El simple hecho de pasar por un panteón o el encontrarse en el interior de uno de ellos, causa cierto temor o escalofríos. Pero en una época, allá por el siglo XIX, el cuerpo de una mujer fue desenterrado cuando cambiaban las tumbas del hospital real, hoy escuela El Socorro, la cual fue encontrada en estado de momificación y permaneció al aire ante la vista de todos los monclovenses de la época.
Fue en el año de 1899, cuando el panteón Guadalupe abrió sus puertas, debido a que el antiguo panteón real que se encontraba en el ahora Bulevar Pape, en lo que son las instalaciones de la escuela El Socorro, se encontraba saturado debido al cólera asesino que azotó la región en 1833 y 1849.
El cólera mató a cientos de ciudadanos, los cuales eran enterrados en el panteón ubicado en lo que ahora es la escuela Club de Leones, sobre la calle Aldama, quien tras ser saturado, continuaron con los entierros en el panteón real, que como era de esperarse, también llegó a su capacidad máxima.
Ante la carencia de un nuevo camposanto, las autoridades municipales abrieron las puertas de lo que hasta ahora, se conoce como el Panteón Guadalupe, el cual en 1899 fue inaugurado, siendo Sabás Dávalos, uno de los primeros inquilinos, tumba que hasta nuestros días, permanece en la parte principal del cementerio.
Pues fue en esos años, cuando comenzaron a desenterrar los cuerpos de varias personas que se encontraban los antiguos panteones, para ser trasladados en el nuevo cementerio.
Una lujosa tumba llamo la atención a los panteoneros y al abrirla, encontraron en el interior de un ataúd de madera, el cuerpo de una mujer que vestía ropas elegantes, así como un collar de perlas, el cual aparentaba encontrarse aún con vida, pues su cabello rubio y mantenía un extraño brillo, además de que el cuerpo no se encontraba esquelético como el resto de los cadáveres.
Al buscar los registros para saber quién era la mujer momificada, únicamente se descubrió que era esposa de un héroe Texano, quien al encontrarse en esta ciudad, perdió la vida y fue enterrada para después ser olvidado su recuerdo.
Debido a que no había familiares que reclamaran el cuerpo y al considerarla como una persona de clase social alta, la momia permaneció en el lugar por varias semanas en espera de que algún pariente acudiera a reclamar el cuerpo.
El morbo de la ciudadanía no se hizo esperar, pues a todas horas acudían al campo santo para observar a la mujer, pero el temor los obligaba a salir despavoridos.
En las noches, era un reto para los pilluelos o personas que decían ser valientes, el ingresar y llegar hasta donde se encontraba el cuerpo de la momia y dejaban una piedra en un costado, para demostrar que habían llegado hasta el lugar.
Al quedar desalojado el panteón en su totalidad, el cuerpo fue también trasladado hasta el nuevo cementerio en donde se perdió el registro y la memoria de quien fuera “La Momia de Monclova”.