Pese a que los animales juegan sin esperar nada a cambio, atraviesan un proceso conocido como «subproducto evolutivo»
Tras cientos de años de una convivencia cotidiana con perros y gatos, los animales de compañía más comunes, es sencillo detectar cuando se encuentran felices o divirtiéndose. Por ejemplo, un perro mueve la cola como sinónimo de felicidad y un gato se aferra a una madeja en horas de interminable juego. Pero, ¿cómo identificar si un cocodrilo o un elefante se divierten? De eso se han encargado nuevos estudios que analizan el comportamiento de distintas especies silvestres ante procesos de entretenimiento y diversión.
La evidencia demuestra que puedes identificar cuando un animal se divierte, o lleva a cabo una actividad por mera diversión, es cuando la acción no le traerá ningun beneficio en el momento de su ejecución, como lo sería cazar una presa para comer a la hora de la cena o recolectar pequeños fragmentos de la naturaleza para cubrirse de la lluvia.
La acción que lleve a cabo debe hacerla voluntariamente, y no porque las condiciones ambientales así se lo demanden, como sería el caso de perseguir a otra especie para que se mantenga alejada de su territorio o, de lo contrario, escabullirse de un depredador.
Esta actividad se ejecuta, casi siempre, cuando el animal o especie se encuentra completamente relajado, ya que el miedo o el hambre actúan como condicionantes que orillan a una especie a actuar de cierto modo.
Si eres de esas personas que juegan con su perro o gato, sabes bien que en en las horas de jugueteo habrá mordidas de promedio que, en algunas ocasiones, te harán preguntarse si el amor que profiere por ti es tan fidedigno como creías, lo es, en efecto. Una prueba de ello es que la forma en que presionan sus dientes contra a ti no es proporcional a la fuerza que ejercen mientras mastican sus alimentos.
Estas mordidas, colmadas de delicadeza, también tiene lugar en los juegos que realizan con su propia especie otros animales, los golpes y los mordiscos que se dan los unos a los otros, no se parecen ni un poco a los que tienen lugar durante un conflictos.
Otra de las claves para identificar cuando un animal juego o se divierta, y una de las más importantes, es identificar que dicha actividad es llevaba a cabo con cierta eventualidad, pues si lo ves jugar de una forma peculiar una única vez, probablemente, la especie haya sufrido un resbalón y buscaba la forma de resolver el problema. Otra pista es percibir un comportamiento parecido en distintos grupos de animales.
Es ciertamente peculiar imaginarse cuántas otras especies son asiduas al juego y a la diversión. Entre ellos, la ciencia y quienes la ejercen han desentrañado que animales como aves, reptiles, peces, e, incluso, en algunos invertebrados como pulpos y arañas son algunos de los animales que se divierten más y que, invadidos por ráfagas de dopamina, activan neurotransmisores y originan una sensación de satisfacción y recompensa.
Pero si bien, todas estas especies juegan sin esperar nada a cambio sino más que un merecido rato de entretenimiento, la realidad es que jugar ayuda mucho a desarrollar distintas habilidades con beneficios denominados como «subproducto evolutivo».
