Por Fabiola Guarneros Saavedra
Todos los nombres…
A las familias de los desaparecidos, a las buscadoras, por su fe, fortaleza y por no claudicar cada que la autoridad les dice “no”…
“Todos los días le hablo a su fotografía y le he pedido que donde quiera que esté se cuide y que regrese, que en casa lo esperamos”. Son palabras de Maurilia Cruz, madre de Jorge Antonio Torres Cruz, quien desapareció en abril de 2012, en Xalapa.
No habla de Jorge Antonio en pasado, habla en presente porque lo único que podría perder es la esperanza.
Maurilia ha aprendido a buscar, a realizar surcos para enterrar la varilla y averiguar si hay fosas clandestinas en los puntos en donde les dicen que hay restos humanos. Ella quiere hallar un indicio que la ayude a descubrir qué ocurrió con Jorge Antonio y con los hijos de otras mujeres.
– “Pesa, pesa demasiado, cada vez se siente una losa más grande, en nuestra espalda”. Es el testimonio de Silvia Ortiz de Sánchez Viesca, vocera del grupo Víctimas por sus Derechos en Acción (Vida) y mamá de Stephanie Sánchez Viesca Ortiz, mejor conocida como Fanny, quien desapareció en Torreón, el 5 de noviembre de 2014.
– Pamela Leticia Portillo Hernández desapareció en 2010, en la ciudad de Chihuahua; lo último que supo Lourdes, su madre, fue que de regreso a casa fue detenida por una célula conformada por la policía municipal, vial, estatal y militares. De acuerdo con las autoridades, se trataba de una célula clonada por el crimen organizado, ya que un militar también desapareció. Han pasado 11 años de búsqueda y no hay información.
“Nosotras somos las que buscamos. Nos metemos en lugares que a veces no son recomendados, pero lo que queremos es encontrar un indicio que nos diga dónde están nuestros hijos”, ha dicho Lourdes.
La investigación que ella emprendió la ha puesto en riesgo por las amenazas que ha recibido; tuvo que cambiar de residencia y estuvo resguardada en una casa de seguridad sin poder salir durante mes y medio.
“Yo decidí salir, porque yo estaba encerrada mientras los delincuentes seguían afuera”.
– Claudia Irasema García Mendoza, madre del estudiante Roberto Iban Hernández García, relata que su hijo desapareció en Nuevo León el 12 de marzo de 2011, luego de que un comando armado de presuntos policías federales se lo llevaran para una investigación. “Llevo 10 años buscando a mi hijo sin tener ninguna noticia”.
Claudia consiguió que los responsables de la desaparición de su hijo fueran encarcelados, sin embargo, el gobierno los dejó libres por “falta de pruebas”. Ahora ella teme por su vida.
– María Elena Salazar, madre de Hugo Marcelino González Salazar, busca a su hijo desde hace 11 años. Él, un joven trabajador de 25 años de edad, desapareció el 20 de junio de 2009 en Torreón, Coahuila.
– En Nuevo León, el 20 de febrero de 2021 desapareció Juan Luis Lagunilla García, policía federal. Su familia, proveniente de la Ciudad de México, tuvo que trasladarse hasta la entidad fronteriza para buscar al joven, que recién se había convertido en padre de una niña. En ese camino, la mamá de Juan Luis se encontró con el colectivo Buscadoras de Nuevo León y el 10 de mayo del año pasado marchó con la pequeña hija de Juan Luis, que hoy tiene 11 años.
– “Es una angustia no saber qué pasó con tu hijo, dónde quedó, no saber a dónde ir a llorarle, a dónde llevarle flores, no saber nada”, dice Angélica González, madre de un joven desaparecido hace dos años en Tijuana.
Ella se unió a diversos grupos como el de Unidos por los Desaparecidos, Una Nación Buscando T y el colectivo Todos Somos Erick Carrillo, porque aún tiene esperanza de encontrar a su hijo de 22 años de edad.
– Panchita llevaba 16 años buscando a su hijo desaparecido. No lo encontró. Panchita murió hace unos meses.
– Son las mujeres quienes, desde hace años, lideran los colectivos de búsqueda de sus familiares desaparecidos. Recorren el país en su búsqueda, indagan en las fiscalías, hospitales, cárceles y en los servicios médicos forenses. Por ellas, por las buscadoras, se han encontrado las más de cuatro mil fosas clandestinas que existen.
En noviembre del año pasado, el Comité contra la Desaparición Forzada de la ONU visitó y recorrió Chihuahua, Ciudad de México, Coahuila, Guanajuato, Guerrero, Jalisco, Estado de México, Morelos, Nayarit, Nuevo León, Sinaloa, Tamaulipas y Veracruz y esto encontró:
“Se mantiene una situación generalizada de desapariciones en gran parte del territorio del Estado, frente a la cual, tal y como venimos señalando desde el 2015, ‘(imperan) la impunidad y la revictimización’”.
El comité relató: “Las personas con las que conversamos nos transmitieron la imagen de una sociedad superada por el fenómeno de las desapariciones, la impunidad sistémica y su impotencia frente a la inacción de algunas autoridades. Nos han señalado que día a día en su búsqueda de respuestas y justicia son víctimas de la indiferencia y la falta de avances.
“Cada uno de estos casos es un drama humano indescriptible. Sus dimensiones son tales que están dejando huellas profundas e irreparables para las víctimas, pero también para la sociedad en su conjunto”.
Ya superamos la cifra de 100 mil desaparecidos y cada día aumenta al ritmo de la desesperación, frustración y enojo de una sociedad que exige justicia, que sale a las calles, protesta y busca, que no se conforma con promesas vacías o frases como “se está haciendo un trabajo de búsqueda como nunca”, porque es una falta de respeto para las buscadoras.
DM
Reconozco y valoro el trabajo de los y las periodistas corresponsales de Excélsior, quienes buscan la información, dan voz y rostro a las familias de las y los desaparecidos en México, pero especialmente a Lourdes López, Patricia Briseño, Alma Gudiño, Arturo Salinas y Jesús Bustamante.
