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jueves 31 de octubre de 2024

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Un viaje a mitad de la nada

Un viaje a mitad de la nada

OCAMPO, COAHUILA. – Un viaje al olvido es el que realizan las personas que recorren las brechas que conducen a las comunidades, Chulavista, Salinas del Rey, y al municipio de Hércules.

Para poder llegar a dichas comunidades, partiendo desde el Pueblo Mágico de Cuatro Ciénegas, hay algunas opciones: una de ellas es por el municipio de Ocampo, donde para llegar al cruce de las brechas que conducen al ejido Chulavista o el municipio de Hércules, se tiene que cruzar la cuesta de la Sosaya, la cual es temida por los múltiples accidentes que se registran y lo escabroso del terreno.

Otra opción más es acceder por el «ramal» siguiendo las vías del ferrocarril que conectan el municipio de Sierra Mojada con ciudad Frontera, siendo uno de los más accesibles y menos dañados por la naturaleza.

Para llegar a Hércules se tiene que recorrer poco más de 600 kilómetros, para Laguna del Rey, 250 kilómetros, en su mayoría son caminos de terrecería, donde llegó el olvido, son pocos transitados y en caso de emergencia la ayuda tarda horas en llegar.

Durante el trayecto, partiendo de Cuatro Ciénegas por el área del ramal, la primera señal de civilización que se puede encontrar son ranchos a pie de la brecha, sin energía eléctrica sin señal de telefonía, Zacatosa, Gavino Vázquez, Arocha por mencionar algunos.

Posteriormente se encuentra la estación Booster, unidad del ferroducto del Grupo Acerero del Norte (GAN), el cual sería uno de los primeros puntos para solicitar auxilio en caso de una emergencia.

«Aquí llega la gente que va para Hércules, Químicas o Sierra Mojada, a veces se les apoya con ayuda para una llanta, aceite para motor, agua, comida y hasta alojamiento en caso de ser necesario, no tenemos señal de celular, pero tenemos WhatsApp y podemos ayudar para que se comuniquen con familiares o amigos en caso de una emergencia», comentó Mario, vigilante del lugar.

Añadió que en varias ocasiones llegaba gente que por una u otra razón se perdían entre el basto desierto coahuilense y por suerte encontraban las instalaciones del ferroducto: «A veces llega gente y nos pedía apoyo con gasolina o diésel, debido a que se habían extraviado y ya no completaban para volver a sus hogares, se les apoyaba y asunto arreglado, ahora por políticas de la empresa ya no se puede, nada de combustible, sin embargo podemos apoyar con otras cosas para que no la pasen mal mientras les llega el apoyo», comentó el vigilante, agregando “Hace un tiempo, una familia se quedó atrapada aquí, ya no tenían combustible y estuvieron toda una semana, durante una nevada”.

Después para continuar el camino se tiene que atravesar la Laguna de «la Leche» nombrada así por su peculiar color, planicie seca en cuya plataforma los reflejos del sol proyectan una imagen sin igual.

El desolador escenario de una sequía permanente, donde hasta los nopales se encuentran secos, la impactante imagen de un becerro prendido al cadáver de su madre muerta, probablemente porque no encontró agua para beber, son imágenes que ilustran este paisaje.

Durante el recorrido realizado por el PERIÓDICO LA PRENSA, el día viernes entre las brechas del desierto, nos encontramos con Iván, joven habitante de Cuatro Ciénegas quien perdió la ruta al ejido Chulavista y terminó conduciendo por varias horas con dirección al municipio de Hércules hasta casi agotar su combustible.

El joven nos narró su historia de cómo terminó en medio del desierto sin comida, sin agua, sin combustible, bajo el intenso rayo del sol y con temperaturas rondando los 40 grados centígrados.

«Iba para Químicas, a un evento del municipio de Ocampo, nos habían recomendado viajar por carretera, pero por ahorrar tiempo, nos fuimos por la brecha, el problema fue al llegar al crucero donde se dividen los caminos, me confundí y seguí derecho rumbo a Hércules, y pues traía gasolina para llegar un poco sobrado a Químicas, pero no a Hércules».

Dijo que condujo por espacio de dos horas aproximadamente cuando se encontró con tres hombres que reparaban la brecha, y al ver que ya había recorrido muchos kilómetros y no llegaba a su destino, les preguntó que cuánto más le faltaba para llegar a destino».

«Estaban tres señores en la brecha trabajando y ya empezaba a dudar que fuera por el camino correcto, ya se me hacía mucho, entonces les pregunté cuántos kilómetros me faltaban para llegar y pues uno de ellos me dijo que ya casi llegaba a Hércules, para ese punto yo ya solo traía la reserva de gasolina, ya no aguantaba mucho tramo con lo poco que me quedaba de combustible».

El joven, por instinto decidió regresar y buscar ayuda conduciendo por kilómetros llegando a ranchos candelilleros para ver si con algo de suerte compraba algunos litros de gasolina, pero la situación no era nada favorable, en su mayoría todos estaban con provisiones limitadas por ser fin de mes, en otro rancho, el joven encargado le comentó que se habían llevado las reservas a otro campamento donde estaban haciendo candelilla y no regresaban hasta dentro de cinco días. 

«Llegué al booster y pues ahí me dieron unas galletas saladas, un atún, y refresco para calmar el hambre un rato, pero no podían venderme gasolina, desde un principio me lo dijeron, ahí contacte a mi familia y conocidos para que me encontrarán con combustible en el camino, entonces pues decidí avanzar con rumbo a Ciénegas y ver si lograba llegar lo más cerca al pueblo, con la esperanza de que alguien nos encontrara”, dijo.

Lo único que Iván pudo hacer, fue enviar breves mensajes de voz y texto, los cuales envió a sus amigos y familiares para avisar de la situación que estaba atravesando.

A Iván, lo encontramos frente al sierra de la Madera, donde observábamos varios incendios casi en la cima de la sierra, el contraste en su máximo esplendo, la lluvia y relámpagos golpeaban la serranía mientras en la brecha el quemante rayo del sol pegaba a plomo, a lo lejos ya caída la noche y se observó mejor cómo los rayos golpeaban la sierra, acompañados de destellos indicando el inicio del fuego.

A lo lejos se escucha un motor, un dompe se aproximaba, dejando una estela de polvo la cual se llevaba el viento proveniente del norte.

«¿Cómo están, les ayudo con algo? » expresó el chófer, quien lamentó no contar con gasolina para apoyar, sin embargo, brindó una botella de agua y varios cigarrillos para mitigar la ansiedad del joven, quien comenzaba a mostrar signos de desesperación por la situación que estaba atravesando.

El tiempo transcurría y la ayuda no llegaba, varias teorías atravesaban la mente del joven, tal vez los mensajes enviados a sus amigos no llegaron, tal vez no irían en su ayuda.

Pasaron las horas y acompañábamos al joven, compartiendo agua y algún refresco para ayudarlo a mitigar el hambre. «Muchas gracias, la verdad no alcancé a desayunar en la mañana por salir de prisa, y ya hace hambre», comentó a eso de las 11 de la noche.

Pasaron alrededor 5 minutos cuando un grito de esperanza salió del joven, «allá viene una luz, se me hace que es Cesar, ya viene a ayudarme», su rostro cambió y comenzó a tranquilizar.

Una camioneta con 4 personas llegó al lugar, entre ellos la maestra Santos Garza Herrera, ex alcaldesa del Pueblo Mágico de Cuatro Ciénegas, quien, al enterarse de la situación a través de una de las regidoras de Ocampo, se preocupó por la ausencia de los jóvenes en el evento, y decidió contactarla, a lo cual inmediatamente acudió en ayuda del joven, llevando el combustible, además algo de comida, agua y refrescos.

«Muchas gracias por detenerse», expresó al personal de LA PRENSA: «Aquí hay mucha gente que quiere ayudar pero no cuentan con los recursos, no hay algo cerquita, no hay gasolineras y es un tramo poco transitado, hay gente que vive en estos lugares pero están realmente olvidados desde que el tren de pasajeros dejó de pasar por aquí, a veces uno piensa que está deshabitado pero no, hay familias enteras que viven por estos lugares y para acceder a servicios médicos, comida, combustible y cosas de primera necesidad tiene que recorrer mínimo 200 kilómetros de terracería y unas 4 horas de trayecto, imaginar que una mordedura de víbora o simplemente quedarte varado, te puede costar la vida», comentó Iván mientras abordaba su vehículo para emprender su regreso a Cuatro Ciénegas.

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