Si en el Gran Premio de Austria los pilotos batallaron con la límites de pista, este fin de semana en el GP de Francia no estarán exentos de penalizaciones por las características de la pista.
El circuito de Paul Ricard tiene una longitud de 5.842 kilómetros, 15 curvas, y se completarán 53 vueltas para un total de 309.69 km.
Al ser una pista utilizada para entrenamientos y pruebas, se optó por alejar las barreras de protección y pavimentar la zona de escape, así que en caso de superar los límites, los pilotos podrán volver sin inconvenientes a la competencia, pero correrán el riesgo de ser sancionados si repiten la acción en varias ocasiones obteniendo alguna ventaja.
El trazado fue construido en 1969, se inauguró en 1970 y un año después, albergó a la Fórmula Uno.
Dos de las victorias más importantes de locales se dieron en la década de los 80. En 1982, René Arnoux subió a lo más alto del podio y, en 1983, Alain Prost repetiría la hazaña, ambos con McLaren.
Para 1990 desapareció del calendario, pero se reintegró en 2018.
La pista francesa es rápida y exige a las escuderías una carga aerodinámica intermedia para enfrentarse a las curvas continuas y entrelazados, sin sacrificar la velocidad en la recta principal.
Cuenta con dos zonas DRS, la primera en la recta que une a las curvas 7 y 8 la segunda en la recta principal.
En el regreso del trazado francés, Mercedes dominó las ediciones 2018 y 2019, mientras que Max Verstappen lo hizo hace doce meses, con el mexicano Checo Pérez en el tercer lugar.