Por Yuriria Sierra
Pobreza franciscana
Seguramente hoy escucharemos más detalles de la reunión de ayer en Palacio Nacional. Casi una charla TED, en la que la audiencia escucha atenta lo que el speaker tiene que decir. Así se veía la foto que el mismo Andrés Manuel López Obrador compartió en sus redes sociales. Apenas dos horas duró el encuentro que dejó a los asistentes, todos integrantes de su gabinete, con mucho qué pensar, porque a su salida ninguno quiso hacer comentarios a la prensa. No es para menos. Llevamos varios días escuchando hablar al Presidente sobre el gasto y el despilfarro. Una de sus cartas favoritas.
Ya exhibió a los funcionarios que ganan más que él; también recordó que algunos mantuvieron su salario a partir de amparos. Acto seguido, habló sobre lo que su administración ha logrado: “Los ahorros del gobierno federal durante la presente administración rondan los dos billones de pesos (…) en el gobierno no hemos comprado un vehículo nuevo para funcionarios públicos, uno solo. La camioneta más nueva que tengo es del 2018, que la compraron antes de que yo llegara, y ya tiene 280 mil km. Pero tenemos ya camionetas —de las que usamos— de 400 mil km y de 10 años de uso. Les estamos dando mantenimiento y funcionan bien, no me han dejado tirado en las giras…”. Y esto le sirvió como entrada previa al plato fuerte, no es la primera vez que lo menciona, pero sabe que le funciona: “Ya vamos a pasar de la fase de austeridad republicana a una fase superior, que es la de la pobreza franciscana…”, expresó antes de informar de la reunión a la que sería convocado su gabinete. Encuentro del que, insisto, no salió ninguna novedad. Para el Presidente, es suficiente el lugar común de apretar el cinturón: cambiar viajes por videoconferencias o llamadas telefónicas; también le da lo mismo si una persona saca el trabajo que deberían hacer tres empleados… pero, sobre todo, le importa mucho la postal que alimenta su popularidad: qué mensaje envía si viaja en primera clase o en avión privado, mejor un vuelo comercial y un modesto automóvil o camioneta. Por algo hay un avión abandonado en un hangar, pero que tan sólo este año generará un costo de mantenimiento por 331 millones de pesos, pero la postal de ahorro, es invaluable.
López Obrador es hábil, le habla de nuevo a su base justo en las semanas en que se configuran las campañas rumbo a la elección en 2023 y para ayudar a sus corcholatas rumbo a 2024: “La fórmula es sencilla, es cero corrupción y austeridad para liberar fondos al desarrollo, entregar recursos a la gente más necesitada…”, agregó en una de las conferencias de esta semana. Y en esa última oración está la primera clave: entregar recursos a los necesitados. Hablar de los ahorros en su gobierno para la entrega de ayuda ha sido siempre una de sus consignas, por algo varios programas ya tienen rango constitucional. La segunda clave la expresó en la misma conferencia: “Vamos a buscar la forma de presentar una iniciativa de reforma a la ley de austeridad y, si procede, una nueva reforma a la Constitución, para dejarlo más claro…”, pero agregó que antes va la reforma electoral, también la de que permitiría a la Guardia Nacional formar parte de la Sedena… y la del Horario de Verano. Así que la austeridad le importa, pero le es más rentable en titulares y que se convierta en parte de una conversación que le llegue a su base en vísperas de elecciones. Si el ahorro real fuera su prioridad, entonces estaría hablando de los 8 mil 707 millones de pesos que la CFE perdió en el segundo trimestre del año, pero esos datos no alimentan el entusiasmo del electorado…