A 11 años de su fundación, la Escuela de Arte al Aire Libre de Tepito (Elitep) destaca como un proyecto cultural de profundas raíces en la pintura social que históricamente distingue a México, apunta Fabiola Villegas, académica de la UNAM, quien recupera en un libro la trayectoria de este espacio gratuito dirigido por el pintor Alejandro Caballero.
“Un barrio te construye, es el lugar donde te desenvuelves; aunque salgas de allí tienes la formación del lugar en el que naciste y creciste”, dice la investigadora en entrevista al señalar al Barrio Bravo como cantera de artistas, entre ellos los grabadores Alberto Beltrán (1923-2002) y José Guadalupe Posada (1852-1913) -aguascalentense de origen, pero tepiteño durante una etapa de su vida-, así como el pintor Daniel Manrique (1939-2010), creador del movimiento Tepito Arte Acá.
“A veces hay prejuicios o una idea no tan certera del barrio, pero el arte, la cultura y el deporte en él han sido constantes. Veamos, por ejemplo, a los boxeadores, que le han dado un sello a México en el mundo”.
La Elitep, Un desafío a la creatividad artística de un barrio es el título del libro (edición de autor) que se ha propuesto enriquecer la historiografía del arte mexicano contemporáneo, apunta la especialista, cuyas investigaciones ha dedicado a personajes que no han recibido el reconocimiento que merecen, como Beltrán y Francisco Moreno Capdevila.
La Escuela al Aire Libre de Tepito continúa la tradición
Alejandro Caballero y sus alumnos de la Elitep se reúnen semanalmente en Eje Uno y Avenida Alcocer, un espacio con tarima y techo bautizado como Foro Cultural Daniel Manrique que alberga también la Galería del Tendedero, llamada así porque las pinturas cuelgan con pinzas, como la ropa tendida.
“Consideran que trabajar en la calle es beneficioso, porque los transeúntes los ven, se entabla comunicación con ellos, se continúa la tradición de las Escuelas al Aire Libre y se reafirma el espíritu que ha caracterizado a Tepito: el del trabajo de taller y oficios que, en este caso, pertenece a personas interesadas en la labor artística”, escribe la autora en la presentación de la obra.
Villegas destaca también las resonancias de la Elitep con el proyecto de Manrique, Tepito Arte Acá, convencido de que la cultura emana del pueblo y los artistas sólo la expresan, autor también de murales relacionados con los oficios del barrio, aún vigentes entre los alumnos de la escuela, porque si algo ha dado identidad a este enclave capitalino, indica la investigadora, son esos oficios.
“En este espacio libre, Alejandro no sólo enseña dibujo, pintura o escultura”, indica en el prólogo María Jiménez. “Lo chido es que, entre pincelada, trazo o modelado, promueve el desarrollo y el autoconocimiento e inculca valores; los alumnos aprenden a respetar y a aceptar el espacio y la individualidad del otro, a trabajar en equipo, a compartir lo poco o mucho que posean y a colaborar en las distintas tareas que se requieran dentro del ámbito de trabajo del grupo”.
No sólo acuden a la Elitep oriundos de Tepito o de los barrios más populares de la Ciudad de México, o practicantes de oficios como la carpintería o la tapicería, sino también estudiantes de arte y diseño, o de disciplinas como la arquitectura y profesionistas, por ejemplo una trabajadora social y un psiquiatra. Y proceden de Alcaldías como Coyoacán, Benito Juárez y, por supuesto, Cuauhtémoc.
Pero incluso la Elitep ha recibido alumnos de España.
Algunos de los talleristas han llegado con problemas de adicciones, y la Elitep, afirma Villegas, los ha salvado.
De la diversidad de población es reflejo la variedad de temáticas y estilos que abordan, del expresionismo al surrealismo o al realismo, en temas que lo mismo exploran el circo o los bodegones.
“Hay una libertad de expresión y cada uno se manifiesta como quiere. Eso le da gran riqueza a la Elitep“, pondera Villegas, y valora también la camaradería, entre otros aprendizajes que los alumnos adquieren en este espacio que no sólo forma artistas, sino comunidades.
Los alumnos ‘construyen’ la Elitep cada semana
“Desde que llegan a la Elitep, por ejemplo, tienen que instalar mesas, sillas, y acomodar; si la clase empieza a las 11:30, a las 11:00 tienen que llegar para sacar el material que el maestro, la mayoría de las veces, lleva para trabajar -está muy presente el dar-, y todo esto va formando a la gente”, narra sobre el espacio Villegas.
Los alumnos, añade la también restauradora, levantan de la nada su escuela, comparten material, buscan dónde exponer, ponen los clavos donde colgarán sus obran, promueven las muestras, tocan puertas.
Villegas refiere el caso de Alejandro Flores, alumno de la Elitep y también de La Esmeralda, y quien contrasta ambas escuelas, pues mientras la del INBA provee la infraestructura necesaria, por ejemplo para las exposiciones, en la de Tepito es preciso involucrarse, hacer todo “a mano”, y le ha enseñado la cantidad de trabajo que implica una muestra.
La Elitep, Un desafío a la creatividad artística de un barrio se presentará este sábado 20 de agosto a las 18:00 horas en la Librería Jorge Cuesta (Liverpool 12, Col. Juárez), donde se realizará también el performance Máscaras vemos, actuaciones no sabemos, con Reyna Ramírez y Alejandro Caballero.