Por Antonio Zamora
¿Qué hacer? ¿Qué decir? Cuando tu hijo te dice: Mamá, papá; no te metas!!!
“Hoy recordé la ocasión en que escuché a un joven gritarle a su padre:
¡¡¡No te metas en mi vida!!!
Esta frase caló hondo en mi, tanto, que frecuentemente la recuerdo y comentó en mis conferencias con padres e hijos…
¿Si en vez de sacerdote, hubiese optado por ser padre de familia, qué respondería a esa pregunta inquisitiva de mi hijo?
Esta podría ser mi respuesta: ¡¡ Hijo, no soy yo el que me meto en tu vida.. tú te has metido en la mía!!
Hace muchos años, gracias a Dios, y por el amor que mamá y yo nos tenemos, llegaste a nuestras vidas…
Ocupaste todo nuestro tiempo, aún antes de nacer, mamá se sentía, no podía comer, todo lo que comía lo devolvía y tenía que guardar reposo…
Yo tuve que repartirme entre las tareas de mi trabajo y las de la casa para ayudarla…
Los últimos meses, antes de que llegaras a casa, mamá no dormía y no me dejaba dormir…
Los gastos aumentaron, tanto que gran parte se gastaba en ti, en un buen médico que atendiera a mamá y la ayudara a llevar un embarazo saludable, en medicamentos, en la maternidad…
En comprarte todo un guardarropa, mamá no veía algo de bebé, que no lo quisiera para ti, un vestido, un moisés, todo lo que se pudiera para que estuvieras bien y tuvieras lo mejor…
¿No te metas en mi vida?
Llegó el día en que naciste: hay que comprar algo para darles de recuerdo a los que te vinieran a conocer, luego dijo mamá: hay que adaptar un cuarto para el bebé”…
Desde la primera noche no dormimos. Cada tres horas como si fueras una alarma de reloj nos despertabas para que te diéramos de comer, otras te sentías mal y llorabas y llorabas, sin que nosotros supiéramos que hacer, pues no sabíamos que te sucedía y hasta llorábamos contigo…
¿No te metas en mi vida?
Empezaste a caminar, yo no sé cuando he tenido que estar más detrás de ti, si cuando empezaste a caminar o cuando creíste que ya sabías…
Ya no podía sentarme tranquilo(a) a leer el periódico o a ver una película o el partido de mi equipo favorito, porque para cuando acordaba, te perdías de mi vista y tenía que salir tras de ti para evitar que te lastimaras…
¿No te metas en mi vida?
Todavía recuerdo el primer día de clases cuando tuve que llamar al trabajo y decir que no iría porque en la puerta del colegio no me soltabas, llorabas y me pedías que no me fuera…
Tuve que entrar contigo y pedirle a la maestra que me dejara estar a tu lado, un rato en el salón para que tomaras confianza…
A las pocas semanas ya no me pedías que no me fuera, hasta te olvidabas de despedirte cuando bajabas del auto corriendo para encontrarte con tus amiguitos…
¿No te metas en mi vida?
Seguiste creciendo, ya no querías que te lleváramos a tus reuniones, nos pedías que te dejáramos porque ya eras “cool”…
No llegabas temprano a casa, te molestabas por las reglas, no podíamos hacer comentarios acerca de tus amigos sin que te volvieras contra nosotros, como si los conocieras de toda la vida y nosotros fuéramos unos perfectos desconocidos para ti…
¿No te metas en mi vida?
Cada vez sé menos de ti por ti misma(o), sé más por lo que oigo de los demás. Ya casi no quieres hablar conmigo, dices que nada más te estoy regañando, y todo lo que hago está mal…
Mamá se la pasa en vela y de pasada no me deja dormir diciéndome que no has llegado y que es de madrugada, que tú celular está apagado, que ya son las tres de la mañana…
Estoy seguro que ante estas palabras ¿no te metas en mi vida”, podemos responder juntos:
¡ Hijo, yo no me meto en tu vida, tú te has metido en la mía y te aseguró que desde el primer día, hasta el día de hoy, no me arrepiento que te hayas metido en ella y la hayas cambiado para siempre!
Mientras esté vivo me meteré en tu vida, así como te metiste en la mía, para ayudarte, para formarte, para amarte y para hacer de ti un hombre o una mujer de bien…
NOS LEEMOS MAÑANA…