Por Yuriria Sierra
Nuestro lugar
El ser humano, la especie más mezquina del planeta, la más soberbia. Un hombre que daba muerte a perros en Saltillo, otro que maltrataba caballos en la región Laguna… y unos sujetos ya identificados, presuntos responsables del fallecimiento de una cría de oso negro hace unos días en Castaños. Casos denunciados por el fiscal de Coahuila. En el último, es cuestión de horas para que los sujetos se presenten a rendir declaración.
La imagen es indignante: el oso de apenas cuatro meses de edad, de una especie en peligro de extinción, sujetado de las cuatro patas, inmóvil, dicen que bajó a la comunidad en busca de agua y comida. Los habitantes lo golpearon y amarraron. Será una autopsia lo que precise la causa de su muerte, pero ahí está esta terrible postal de la violencia que los seres humanos somos capaces de generar por la estúpida razón de creernos superiores.
Es frecuente encontrar en redes videos y denuncias de maltrato animal. Apenas ayer, desde Querétaro, se exhibió el caso de una mujer de la tercera edad que da martillazos a un perro; en la emisión de televisión hemos contado varios casos, terribles todos: machetazos, patadas, amputaciones y hasta una violación. ¿Qué carajos nos sucede?
Violencia física y también abuso, porque el caso del santuario White Jaguar Black Tiger también nos demostró el alcance del dolo, eso también es agresión.
Según lo escrito en el artículo 420 del Código Penal Federal, los responsables de cualquier agresión que dañe a una especie en peligro de extinción pueden recibir una pena de hasta nueve años de prisión y deberán pagar una multa equivalente a 3 mil días. Si la agresión es grave, como en el caso de la muerte del osezno, la pena podría aumentar en un 50 por ciento.
¿Cómo evitar que estas agresiones continúen? Tal vez es una pregunta con difícil respuesta, insisto, la nuestra es la especie más mezquina y cruel del planeta. Sin embargo, se han dado pasos importantísimos que nos llevarán a la contención o, al menos, eso esperamos.
El mismo día que se reportaba el caso del osezno, en Querétaro se marcó precedente con el primer juicio contra el responsable de la muerte de Athos y Tango, dos perros rescatistas, héroes que participaron en las labores tras el sismo del 2017, que fueron envenenados con alimento en 2021. El sujeto, Benjamín “N”, fue encontrado culpable, el primer fallo de este tipo en la historia de nuestro país, y recibió una condena de diez años de prisión, más una multa de más de dos millones de pesos.
Histórico el juicio, histórica y humana deberá ser también nuestra reacción. Porque los ciudadanos no deberíamos esperar a que haya leyes de por medio que nos obliguen a entender la gravedad y consecuencias de nuestras acciones. El maltrato animal es una de las muestras más abominables de lo malentendido que tenemos nuestro lugar en el planeta.