A pesar de la invitación de las autoridades a los padres de familia para no llevar a sus hijos a
pedir dulces, estos optaron por sí hacerlo bajo las medidas de cuidado necesarias, mezclando la prevención y la tradición que con ansias esperaban los pequeños de la casa.
Los fraccionamientos privados se organizaron para no permitir el acceso a sus hogares a personas externas a esta zona, además de cuidar los dulces, los cuales fueron desinfectados previamente para la protección de los niños.
Claramente esta fecha fue adaptada a la nueva normalidad, los disfraces fueron acondicionados con cubrebocas, para que los infantes se cuidaran ante cualquier contagio.
Algunas familias decidieron colocar los dulces en los porches de sus casas, para que los niños tomaran las golosinas, sin necesidad de tener contacto con ellos, otros más colocaron gel antibacterial en las mesas, junto a los dulces.
Un Halloween más tranquilo, sin los gritos de las multitudes que generalmente se reúnen, cuidando la salud de los niños, sin eliminar la tradición que los pequeños esperaban.
Algunos niños se sumaron a la causa, aplicando gel a los visitantes, no cabe duda que esta fecha sirvió para que los menores se prepararan para esta nueva normalidad.