A Eduardo lo confundieron dos veces antes de que su familia identificara su cadáver.
La primera fue una mujer de cabello rosa, quien temía que la víctima fuera su hermano.
“¿Por qué no contestas, pendejo? Mataron a un chavo y se parece un chingo a ti”, le reclamó por teléfono.
Después llegaron tres jovencitas y un hombre, quienes comenzaron a lamentarse conforme observaron al hombre tirado.
Estaba en posición boca abajo en la esquina de Vicente Guerrero y Calle 1, en el pueblo San Miguel Chalma.
Una de las mujeres rodeó el acordonamiento hasta tener de frente parte de su rostro y entonces descartó que se tratara de su primo.
La última persona que se acercó fue María del Refugio, una tía de Eduardo.
La mujer aseguró a los agentes que su sobrino tenía 41 años y vivía a unas calles de ahí, ya en la zona de Gustavo A. Madero.
A unos metros se ubica el Mercado Chalma, una decena de negocios y una base de transporte público, donde el hombre trabajaba como franelero, vendía gorras y convivía con los choferes.
A “El Chéspiro”, como era mejor conocido, lo asesinaron al mediodía ante la mirada de clientes, vendedores y peatones.
“Eran dos culeros en un vocho rojo. Se pararon y le hablaron, pero cuando se acercó le dispararon en la cabeza.
“Seguramente los conocía, yo hasta pensé que los iba a saludar”, comentó un empleado de una farmacia.
Cuando los uniformados municipales llegaron, los agresores ya habían escapado.
Los paramédicos de Protección Civil no pudieron hacer nada para salvar a Eduardo, quien alcanzó a caminar un par de metros antes de desplomarse.
A un costado, quedaron sus lentes, un anillo, el trapo amarillo con el que atraía a los automovilistas y una moneda de 10 pesos.