Por Vianey Esquinca
Maldita percepción
“Quizá algunos o mucha gente no sepa o tenga una percepción distinta por la campaña amarillista de los medios de información, que actúan al servicio de nuestros adversarios conservadores”, dijo el presidente Andrés Manuel López Obrador en su 4to. Informe de Gobierno, refiriéndose a la inseguridad que hay en el país.
Otra vez hizo referencia a esa maldita percepción que le impide que todos compartan el optimismo y las cifras que da a conocer y que, como siempre, son falsas en su gran mayoría. Es esa percepción generada por sus adversarios, los medios de comunicación y las redes sociales la que no le permite ver a la gente de Baja California,Chihuahua, Zacatecas, Jalisco, y Guanajuato que hay estabilidad en el país, que la violencia está solamente acotada a 25 estados de la República, nada más.
La siempre equivocada percepción, que choca permanentemente con la realidad y la verdad única del Presidente, es la que ha generado que en las encuestas haya un consenso de que el principal problema del país actualmente es la inseguridad. Los homicidios y desaparecidos son hijos de esa palabreja que sólo viene a complicarle las cosas al gobierno.
La percepción, y nada más que eso, es la que no deja ver a la gente que no puede surtir su medicina en los hospitales públicos, que tiene que esperar horas para recibir atención por una emergencia o que le asignan una cita 6 meses después de que la solicitó, que ya están comenzando a funcionar, después de 4 años de gobierno, las pruebas piloto en materia de salud en Nayarit, Tlaxcala y Colima. No les permite ver a esos pesimistas que, aunque la población conjunta de esos tres estados es menor a la que tienen los dos municipios más poblados del país: Tijuana e Iztapalapa, el país va como meteoro a tener el mejor sistema de atención médica universal y gratuita, no de Dinamarca, no de los países escandinavos, ¡sino del mundo!
La perversa y siempre inoportuna percepción es la que genera que haya población inconforme que exige al gobierno crecimiento económico, para generar riqueza en el país que pueda ser distribuida. Para el Presidente lo importante es ser pobres pero felices, contentos, con bienestar en el alma. Ahora, como bien comentó en su informe, la distribución de los recursos es más igualitaria, básicamente porque ha ido desapareciendo a la clase media. “Se ha desechado la obsesión tecnocrática de medirlo todo en función de indicadores de crecimiento, que no necesariamente reflejan las realidades sociales”, dijo el mandatario, y tiene razón, medir es una de las formas más grotescas de generar percepción. La triste percepción es la que tiene tan de malas al tabasqueño, porque genera expectativa y hoy la gente ya no está convencida de que todos los servidores públicos de su gobierno “actúan con eficiencia, responsabilidad y honradez y viven en la justa medianía”.
Lo que no sabe el Presidente es que la percepción es como una enfermedad contagiosa que también lo ha atacado a él de una forma fulminante. Él tiene la percepción de que la Suprema Corta de Justicia de la Nación es un apéndice de su partido Morena o de la bancada morenista en la Cámara de Diputados y espera que los magistrados que él propuso, y de los que ahora se queja, voten en contra de eliminar la prisión preventiva oficiosa.
Él tiene la percepción de que quienes no callan sus críticas, no besan el suelo por donde pasa o le ofrecen abyección absoluta son sus adversarios. Lo que no es percepción sino una realidad dolorosa, es que López Obrador se ha convertido en el presidente de los otros datos, de la imposición y de la violación reiterada de la Constitución.