Por Carlos Ornelas
El presidente Andrés Manuel López Obrador es fiel a su trayectoria. En su narrativa todo lo que él hace o propone se acerca al paraíso; lo que hicieron los mandatarios “neoliberales” es execrable. Y, al parecer, ese mensaje optimista es bienvenido por una mayoría que le aplaude y cree. La credibilidad, según Max Weber, es la base de la legitimidad.
El mensaje emotivo crece el carisma del profeta, lo cubre con un manto de estima popular, aunque para el sector informado —aunque no sea opositor— sus palabras están llenas de exageraciones.
En la fiesta del 1º de septiembre, el Presidente soltó la frase que, quizá, sintetiza la visión celeste: “Se hará realidad el principio de que la educación y la salud no son privilegios. Estamos ganando la batalla contra el racismo. Se ha reducido la incidencia delictiva. Se garantiza la libertad de expresión. El gobierno no participa en fraudes electorales. Los Poderes actúan con independencia”.
La violencia no disminuye, la libertad de prensa está bajo acoso constante en la tribuna mañanera, el gobierno quiere desaparecer al INE para manejar las elecciones y se avienta duro contra el Poder Judicial.
Como siempre, cuando se refiere a la educación no habla de educación, reitera sus frases mañaneras: “Después de la pandemia hemos regresado a la normalidad”. En miles de escuelas no hay maestros, otras no se han recuperado del vandalismo y no hay estrategia para aminorar el abandono y el rezago escolar.
Machacó: “Mis respetos a las maestras y maestros de México. Se aumentaron más los salarios a los maestros que ganan menos. La relación con la CNTE es de atención a sus demandas. No se ha registrado ningún paro y no han dejado de asistir a las aulas”. ¿Acaso los maestros militantes toman casetas de peaje y vías férreas en la noche o a la hora de recreo? Pueden documentarse innumerables huelgas locas.
Porfió: “Esa propaganda sucia de que los maestros no trabajan, ha quedado en la historia”. No sé a qué se refiere. Sí, hay quejas de ciudadanos que se ven afectados por los actos vandálicos de la CNTE y las huelgas, pero no hay propaganda negra. Por el contrario, la sociedad aprecia a los buenos maestros.
Anunció: “Se han aprobado nuevos conocimientos que sean humanistas”. Un plan que pocos entienden. “Se ha dado presupuesto de mantenimiento a casi 66% de las escuelas del país”. Es de dudarse, dados los recortes al sector provocados por la pobreza franciscana. “Se crearán 55 universidades más, para formar doctores y enfermeras”. Es posible que esta promesa sí la cumpla. Las universidades Benito Juárez son cultivos de clientelas, pienso.
Buena parte de la popularidad del presidente López Obrador, cavilo, se debe a un aparato de propaganda eficaz que engrandece su figura; también a que la gente que le profesa fe observa virtudes en él. Pero, de nuevo, según Weber, el carisma es personal, intransferible. Los efectos de la propaganda no son perennes, inducen legitimidad compensatoria, de corto plazo, además.