El desajuste en el ciclo circadiano y la privación del sueño son la antesala de una serie de efectos negativos en la salud de las personas que laboran en jornadas durante la noche de manera prolongada.
El economista. Trabajar por la noche tiene distintas implicaciones para las personas, desde efectos en la salud hasta repercusiones a nivel social. El impacto negativo puede ser más fuerte dependiendo de la cantidad de días en los que se cubren turnos nocturnos y la edad de los trabajadores, por ejemplo.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), alrededor de 3.1 millones de personas trabajan en turnos nocturnos, 916,508 personas exclusivamente durante las noches y 2.2 millones que rola turnos.
La Ley Federal del Trabajo (LFT) establece que el trabajo nocturno es la jornada laboral comprendida entre las 8 de la noche y las 6 de la mañana y puede tener una duración máxima de siete horas continuas.
La primera afectación ocasionada por los turnos nocturnos es un desajuste en el ciclo circadiano, es decir, el ciclo que seguimos los seres humanos en el día y cómo reaccionamos a procesos naturales como la luz o la oscuridad.
“Las funciones de mantenimiento que le da el organismo al cuerpo por la noche, ya no ocurren. Por ejemplo, la actividad inmunológica se regula en la noche; la actividad hormonal, la fijación de la memoria también se regulan en la noche. Este desajuste circadiano provoca que tus reacciones fisiológicas y conductuales ya no están alineadas y ya no son tan apropiadas para el día. Por ejemplo, en lugar de secretar melatonina en la noche, lo haces en el día”, explica Jorge Mérida, socio creativo de Advisory Network for Wellbeing.
Esta alteración en el ciclo natural puede ser la antesala de padecimientos como la diabetes o enfermedades cardiovasculares, metabólicas e inmunológicas, señala el especialista.
Especialistas en Neurofisiología como Eduard Estivill y Apolinar Rodríguez han corroborado que los trabajadores con jornadas nocturnas pierden cinco años de vida por cada quince años de trabajo en estas condiciones y tienen un 40% más de posibilidades de padecer trastornos neuropsicológicos, digestivos y cardiovasculares.
Entre otras consecuencias de la alteración del ciclo circadiano, una que ha sido poco difundida es el vínculo con el cáncer de mama, expone Jorge Gutiérrez Siles, consultor senior de la firma Kaysa. “En países como Dinamarca se reconoce el cáncer de mama como enfermedad laboral e incluso han indemnizado a enfermeras y azafatas que desarrollaron esta enfermedad y no tenían otro factor de riesgo, salvo que trabajaron una vez a la semana en turnos nocturnos durante 20 años”.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) a través de la recomendación 178 sugiere que las jornadas nocturnas no deben exceder las ocho horas y “en ningún caso deberían realizarse dos turnos consecutivos a tiempo completo” o, en su defecto, garantizar un descanso de 11 horas como mínimo entre los turnos.
En nuestro país existen profesionistas que laboran recurrentemente durante las noches. Jorge Gutiérrez afirma que un ejemplo paradójico es el de los médicos residentes, “no son trabajadores, tienen un régimen especial, pero sus jornadas deberían regularse, porque tienen una afectación a la salud a largo plazo”.
Otros efectos negativos que pueden tener los turnos nocturnos se reflejan en la tendencia a “estar más irritables, con pensamientos negativos, sin la capacidad de contemplar muchas alternativas para la solución de problemas”, indica Jorge Mérida. Esto es derivado de la privación del sueño, lo que también puede afectar el desempeño de las personas al impactar de manera negativa funciones cognitivas como la concentración, el estado de alerta, la toma de decisiones, entre otros.
Pero las repercusiones, apunta Jorge Gutiérrez, también se pueden ver reflejadas en una pérdida de productividad para las empresas al incrementar los niveles de ausentismo entre los trabajadores que van desarrollando enfermedades como consecuencia de la privación del sueño.
Además de esto, diversos autores coinciden en que existe una relación entre los accidentes laborales y la privación de sueño, algo característico entre los trabajadores con jornadas nocturnas. Por ejemplo, accidentes nucleares como el de Chernobyl en la extinta Unión Soviética o el de Three Mile Island en Estados Unidos ocurrieron en la madrugada como resultado de errores humanos.
¿Cuánto trabajo nocturno es tolerable?
No existe un parámetro para saber cuántos turnos nocturnos podrían representar un riesgo, subraya Jorge Mérida, pero la realidad es que con una sola jornada de este tipo se produce una alteración del ciclo circadiano y de privación del sueño. “Como es una circunstancia que biológicamente no está contemplada en nuestra naturaleza humana, el trabajo nocturno siempre va a representar un factor de riesgo, aunque sólo sea una noche”.
En eso coincide Jorge Gutiérrez, quien detalla que aunque hacen falta estudios para analizar cuántas jornadas pueden representar un riesgo, el hecho de que la melatonina sólo se genera de noche representa una afectación cada vez que hay un desvelo por trabajo.
Sin embargo, hay factores que pueden incrementar el riesgo para las personas que laboran por las noches, como la edad y los antecedentes de patologías, añade Jorge Mérida.
Aunque los turnos nocturnos representan un riesgo para la salud de los trabajadores, Jorge Gutiérrez expone que en nuestro país no existe una compensación especial para las personas que trabajan por las noches. “Quien trabaja así no es por gusto, sino por necesidad, y la legislación no establece un sobrepago para este tipo de trabajadores, a pesar de que su salud se compromete”.
Al respecto, la OIT establece en su recomendación que “el trabajo nocturno debería generalmente dar lugar a compensaciones pecuniarias apropiadas. Tales compensaciones deberían ser adicionales a la remuneración pagada por un trabajo idéntico efectuado durante el día, con las mismas exigencias”.