Aquellas canciones que han cimentado la identidad artística de Ute Lemper (Münster, 1963) apelan a un componente revolucionario que persigue la cantante alemana, capaz de abarrotar las salas de concierto con sus espectáculos en solitario.
En entrevista, la artista reflexiona sobre su interés en traer al presente canciones de otra época, como el cancionero de la República de Weimar, del periodo de entreguerras, o sus reinterpretaciones de Edith Piaf y Marlene Dietrich.
“Trato de buscar los grandes momentos de la música revolucionaria”, dice quien alista dos conciertos en México.
Como cantante, no ha querido limitarse al amor o la tristeza, sino también motivar a quien la escucha a reflexionar sobre el mundo contemporáneo.
“La música puede hacer eso; hay música que fue escrita como un paso adelante hacia la emancipación de las personas, de darles el poder para hablar y ver al mundo de manera diferente, y muchos lo han hecho, Kurt Weill y Bertolt Brecht son grandes ejemplos, pero en los 60 también tuvimos a Bob Dylan y a Joan Baez, o Mercedes Sosa“, asegura.
Y no necesita ser música política de manera específica, puede ser desde un lado humano, como una forma de liberación. Así lo ha hecho a lo largo de su carrera.
“Son casi 40 años de carrera, soy muy afortunada”, dice la cantante, actriz y pintora que se ha encargado de traer ese otro tiempo a este mundo vertiginoso.
Lemper cumplirá 60 años el 4 de julio del próximo año, madre de cuatro hijos, y no tiene problema alguno con el hecho de envejecer. “Envejecer con dignidad”, ataja. “Y si envejecer entraña un propósito es el de encontrar la paz interior”.
Ya publicó su autobiografía a los 30 años; ahora es el centro de un documental sobre su vida y carrera que “explotó” hacia 1986, cuando grabó las canciones de Weill, al tiempo que como actriz cosechaba premios de teatro, no en Alemania, sino en escenarios del extranjero, en países como Francia y el Reino Unido.
“Me sentía abrumada, tenía solo 23 años”, recuerda.
Pero, con inteligencia, aprovechó su estatus de celebridad para involucrarse en proyectos al margen de lo comercial.
“Como artista me interesan los proyectos marginales, los más difíciles”.
Como los que ha hecho acerca de Astor Piazzolla, Charles Bukowski, Pablo Neruda; las canciones judías del gueto o su espectáculo sobre Dietrich, que ahora viaja por el mundo, además de sus propias canciones.
“Siempre he sido fiel a mí misma como artista, nunca me he vendido”, asevera.
Y aunque en los años siguientes cosechó premios de teatro y trabajó en Broadway, esa explosión inicial no se repitió.
“La química de la industria discográfica cambió drásticamente en los años 90 y en el 2000. El negocio del disco tenía que ser únicamente, puramente comercial, todo. Incluso Los Tres Tenores (Luciano Pavarotti, Plácido Domingo y José Carreras) en algún punto dejaron de venderse porque tenían que ser sumamente comerciales y (la industria) estaba quebrando debido al internet”, expone.
Lemper pertenece a una generación de alemanes cuyos padres eran renuentes a hablar del Holocausto, no así ella: el documental en filmación la llevará este septiembre al campo de concentración de Bergen-Belsen, en Alemania.
Irá acompañada de su amiga, la promotora judía Orly Beigel, responsable de sus conciertos en México desde hace años. En la canción Lena, de su autoría, Lemper recogió la historia de la madre de Beigel, precisamente, quien sobrevivió dos años en Bergen-Belsen.
Esa parte del documental estará dedicada al repertorio escrito entre 1942 y 1944 por compositores judíos perseguidos y enviados a los guetos y campos de concentración, cuya difusión ha asumido la cantante alemana como una misión.
En sus conciertos en México, 10 y 11 de septiembre con la OFUNAM en la Sala Nezahualcóyotl, a las 20:00 y 12:00 horas, respectivamente, bajo la dirección de Iván López Reynoso, interpretará una selección de su repertorio con piezas de los musicales Chicago y Cabaret, de Jacques Brel, como la icónica Ne me quitte pas, y la nueva Suite Weimar, creada para la Ópera de Berlín, con “fuegos artificiales” de la música de cabaret.
“Soy un espíritu libre, no encajo en ninguna categoría ni país y, sin embargo, tengo los pies en el suelo de varias culturas”, dice la cantante que ha hecho de Nueva York su hogar, una ciudad donde todos son bienvenidos.
Y ahora escribe nuevas canciones para un futuro disco, Time Traveler, que espera ver publicado el año entrante. Un título que describe bien a la Lemper viajera, pero viajera incluso en el tiempo, trayendo música de otras épocas.
“Nadie más hace lo que yo hago, es una forma de arte que es casi como de otro tiempo, a veces me siento como un dinosaurio”. Y al decirlo estalla en una carcajada.