A pesar de su avanzada edad, el señor Rubén Lira Arellano pone la muestra de las ganas de salir adelante y perseverar en el trabajo, pues cada domingo desde hace 15 años llega a la Alameda de Arteaga para vender sus productos artesanales, con los cuales ayuda a remediar mil y un problemas de salud.
Y no descubrió el hilo negro, ni inventó nada de lo que hace, pero Don Rubén se siente orgulloso de sus estudios: “Tuve el privilegio de estudiar esto en la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro, Unidad Laguna, que tiene estudios muy avanzados sobre herbolaria, que es la medicina indígena”, declaró.
La gente olvida estos tratamientos con el paso del tiempo, muchos aseguran que las mismas campañas de publicidad de las grandes farmacéuticas se encargan de desprestigiar los conocimientos ancestrales, ante la posible pérdida económica que les podría generar si más personas optaran por utilizar estos medicamentos.
“La ley de Salud está modificada para permitir el uso de la medicina indígena, yo tuve el privilegio de estudiar esto”, expresó el micro empresario, quien tiene apenas poco más de un mes que regresó a las ventas, pero no como antes, pues se vio afectado por la regulación de los puestos en la Alameda, que ayuda el distanciamiento social entre los comercios.
“Nos cambiaron de lugar y la gente que conoce las bondades de esto no me han localizado, estaba frente a uno de los restaurantes de la Alameda, yo tengo domicilio en Arteaga pero aparecí con domicilio en Saltillo y por eso me movieron, pero el que es buen gallo en cualquier lugar canta”, expresó Lira Arellano.
Otro de los productos que maneja, que cuenta también con gran demanda, es un shampoo artesanal que ayuda a prevenir la caída del cabello, todo elaborado con plantas y extractos naturales que no afectan en nada el cuero cabelludo.
Mencionó que la medicina indígena, herbolaria en micro dosis, se trata de distintos tratamientos que, aplicados debajo de la lengua, en segundos hacen efecto para tratar muchos malestares y síntomas de distintas enfermedades.
“Acabo de cumplir 89 años, no me duele nada gracias a Dios y a las micro dosis las uso para muchos problemas de salud, no tenemos la solución para el Covid-19 pero tenemos tratamiento para las bajas defensas y junto a unas medidas de higiene, podemos ayudar a que no nos ataque esta enfermedad”, finalizó.
Solicitó a la gente que lo busque en su nueva ubicación, a media cuadra de la Alameda, por lo pronto no se desanima y cada domingo instala su toldo para ofrecer a las personas sus tratamientos y shampoo anti caída.