Coronel Pedro Advíncula Valdés (El Winkar)
Soldado y comanchero, nació el 31 de julio de 1840 en Allende, Coahuila, hijo de Don Casimiro Valdés y Clara Laurel. Los indios lo llamaban «Winkar» y los soldados norteamericanos «Winker», en ambos casos por la dificultad para pronunciar su segundo nombre con el cual mayormente lo identificaban. Desde muy joven se hizo diestro en el manejo de las armas y consumado jinete y un poco después se mudó a San Antonio (Texas) con su familia. Acompañaba las carretas de mercancías que comerciaban entre los pueblos y fue donde participó por primera vez en los ataques contra los indios.
A la edad de dieciocho años regresó a México y fue nombrado jefe de los Rurales, organizados en Coahuila para la defensa contra los indios.
Es a la edad de 25 años que, el General Mariano Escobedo y el Coronel Naranjo, lo pusieron al mando de las Fuerzas Rurales para combatir al ejército francés que Maximiliano mandó al norte del país. El 4 de abril de 1865, El Winkar al mando de un grupo de solamente 100 hombres, hizo frente a la fuerza invasora, compuesta por una columna de franceses al mando del Coronel Tabachinski en el arroyo del Tío Díaz, cerca de Rosales (hoy Villa Unión). En este combate se tomaron 300 prisioneros. Por esa acción, el Winkar fue condecorado con la medalla de honor por el Presidente Don Benito Juárez.
Más tarde en 1867, como Coronel en Jefe de las fuerzas Rurales de Monclova y Río Grande, el Winkar participó en la batalla de Querétaro y en la captura y ejecución del Emperador Maximiliano. Después del restablecimiento del Gobierno de Don Benito Juárez, el Winkar fue nombrado Coronel del Ejército Mexicano y asignado a Coahuila, para combatir los indios hostiles Apaches y Comanches.
En 1871 se levantó en armas Porfirio Díaz, y el General Falcón en su apoyo armó un ejército de 1300 hombres y sitió Piedras Negras, donde estaba al mando de las tropas Juaristas el Coronel Winkar. El sitio duró meses, al ser rechazados los ataques de las tropas de Falcón. Una noche lluviosa del mes de febrero de 1872, el Coronel Winkar cruzó herido el río Bravo hacia Eagle Pass, dejando en el cuartel apostados unos muñecos para confundir a las tropas enemigas. Logrando la mañana siguiente, no solo distraerlos, sino además las tropas de Falcón continuaron el combate disparando a los señuelos, hasta avanzada la mañana siguiente, permitiendo la retirada.
En Eagle Pass, el Coronel fue apresado con su tropa por el Mayor Zenas R. Bliss en el fuerte Duncan. Algunos días después fue liberado por Bliss para que fuera a San Antonio a negociar su situación, pero en lugar de ello, se fue a Laredo, donde levantó otra vez su ejército e intentó cruzar nuevamente a México, donde fue otra vez apresado, ahora por el Coronel Edward S. Meyer en el fuerte Macintosh, y esta vez estuvo prisionero cerca de tres semanas. Existe un reporte del Mayor Bliss quien se encontraba en el destacamento de Eagle Pass que refiere que, en la fecha relativo al momento de la detención del Coronel Winkar, el Coronel se veía en buena condición aun cuando presentaba heridas de bala en el hombro y en la mano que le habían provocado la pérdida del pulgar.
En los años 1870’s, los indios Apaches y Comanches, hostilizaban a la población en ambos lados de la Frontera; se asilaban de paz en un país y atacaban en el otro, por lo que tanto las fuerzas de México como de Estados Unidos atravesaban el Río Bravo por pasos poco frecuentados, en persecución de ellos. Un paso del Río Bravo lleva el nombre del «Winkar». En junio de 1878, se internó a México por el paso del «Winkar» una columna de soldados norteamericanos, comandada por el Coronel Ranald S. Mackenzie, de apodo “Bad Hand”, en la búsqueda de un cuerpo de indios Apaches Lipanes. Después de estar algunos días perdidos en la cercanía de la Sierra del Burro, llegaron al paraje del Remolino, a las orillas del río San Rodrigo (donde años antes el propio Mackenzie había atacado a los Lipanes, con poco éxito, además del jefe de los indios Costalietos) y en lugar de los indios se encontró con un grupo de soldados mexicanos al mano del Winkar. Mackenzie le mandó un mensaje, pidiéndole su cooperación para atacar a los indios. Winkar contestó que a pesar de que se oponía a los robos de ganado que hacían los indios, su obligación era repeler a los invasores. Mackenzie conocía al Coronel Winkar (en sus reportes lo menciona como un hombre valiente) y convencido de que estaba decidido a defender el honor de su país, decidió retirar sus tropas a través del río Grande. Fue seguido de cerca por las tropas mexicanas a las que se les había unido el cuerpo del Coronel Nuncio.
El Winkar fue un hombre de su tiempo forjado en la rudeza de la batalla, pero no exento de rasgos de gran humanidad. En una ocasión, tal como lo describe el General Luis Guajardo, encontraron un campamento de indios, y a su llegada salió a su encuentro un hombre mayor acompañado de mujeres y le expreso al Winkar: “No peleando, solo mujeres y niños”. Así mismo, en 17 de agosto de 1881, después de un ataque contra una horda de indios Apaches Lipanes en un lugar llamado Pilas Blancas, por Santo Domingo en la serranía del Burro, los indios dejaron abandonadas a dos niñas, una de pocos meses, y la otra de 3 o 4 años. El Winkar decide adoptarlas, dándoles por nombre Librada y Consolación Valdés. Librada era sordomuda, nunca contrajo matrimonio, y vivió hasta avanzada edad con la familia; por lo que hace a Consolación, ella sí contrajo matrimonio a inicios del siglo pasado.
El Winkar se asentó con su familia en la Hacienda de María, cerca del río Álamo, en San Juan de Sabinas. Después de muerta su primera esposa, Cleofas Salinas, se casó con Luisa Brown el 24 de febrero de 1875. En 1883 fungía como comandante del 6º Regimiento de Caballería en Sabinas Coah., bajo las órdenes del General Gerónimo Treviño.
El Winkar, a final de su vida padeció algunas enfermedades motivo de las heridas recibidas en la batalla de Rosales, y por otras sufridas en los muchos años de campaña, por lo que se retiró de servicio. Fue un hombre legendario en la frontera norte. Se cuentan muchas anécdotas de él y de su caballo «Prieto», una de ellos refiere que durante una batalla en que el Winkar fue herido y su caballo se acostó a su lado para que se subiera en su lomo, y así logro llevarlo de regreso al campo. Y durante su convalecencia, estando en cama en el segundo piso de su casa, el «Prieto» subía por las escaleras para que su amo le diera una ración de maíz.
El Coronel Pedro Advíncula Valdés «el Winkar», murió en la Hacienda de María el 13 de agosto de 1887. «Prieto» lo acompañó en la procesión de su funeral. Fue sepultado en San Juan de Sabinas, en donde se leyeron unas palabras por parte de su amigo Enrique A. Muñoz de la Cámara en las que resalta la vida del Coronel, y que a manera de extracto dicen lo siguiente:
“La breve existencia del que honramos está llena de hechos culminantes; su historia es la historia del patriota abnegado y valiente que sacrifica cuanto pose y cuanto es, en beneficio de su estado y de su país, su gloria es la gloria de la frontera: con los hijos de esta región, combatió las huestes invasoras del llamado imperio y con hijos de la misma frontera exterminó las hordas salvajes que por mucho tiempo asolaron a las poblaciones de estos rumbos. La historia recogerá con cariño la verdad de los hechos de nuestro querido amigo y abrirá sus brillantes páginas para escribir en ellas en nombre de quien se llamó Pedro A. Valdes. San Juan de Sabinas, Agosto 14, 1887”.
Contribución de: Oscar Valdés Martin del Campo, descendiente de “El Winkar”, en colaboración con socios Arqueosaurios ~ Arnoldo Bermea Balderas, Juan Latapi Ortega, Francisco Rocha Garza, Luis Alfonso Valdés Blackaller, Willem Veltman, & Ramón Williamson Bosque.
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