SAN JOSÉ, Costa Rica.- Con la promesa de luchar contra el hambre y por la paz y la unidad, Luiz Inácio Lula da Silva hizo un doble reconocimiento: el primero, a los pobres, los que le dieron su voto y el triunfo en la segunda vuelta de las presidenciales brasileñas; el segundo, a esa mitad del país que no votó por él y que teme lo que vendrá con su gobierno.
Escrutado 99.98% de votos, Lula ganó con 50.90% de los votos válidos, frente al 49.10% del mandatario, Jair Bolsonaro, quien se convierte en el primer jefe de Estado en la historia del país en perder una reelección.
La ventaja del dirigente del Partido de los Trabajadores (PT) sobre Bolsonaro fue de poco más de 2.1 millones de votos, que reflejan la polarización extrema que hay en Brasil.
Lula, quien gobernó Brasil entre 2003 y 2010, asumirá así su tercer mandato como jefe de Estado el 1 de enero próximo.
Con su ascenso al poder, 86% de la población de América Latina y el Caribe —568 millones de 661 millones de habitantes— quedará regido por 13 gobiernos socialistas, comunistas y de izquierda, en lo que será el mayor desafío político a la influencia hegemónica de Estados Unidos en el hemisferio occidental en el siglo XXI. Por primera vez, los tres gigantes de la zona—México, Argentina y Brasil—tendrán la coincidencia de estar gobernados por la izquierda con los respectivos presidentes Andrés Manuel López Obrador, Alberto Fernández y Lula.
—Bolsonarismo fortalecido
No todo será miel sobre hojuelas para Lula. A pesar de su victoria, el bolsonarismo salió fortalecido a nivel regional, puesto que los candidatos apoyados por el líder de la ultraderecha se impusieron en cuatro de los 12 estados que estaban en juego. Entre ellos, Sao Paulo, la región más poblada (46 millones de habitantes), industrializada y próspera de Brasil, que será gobernada por Tarcísio Gomes de Freitas, exministro de Infraestructura en el gobierno de Bolsonaro.
En total, 13 de los 27 estados de Brasil estarán gobernados por políticos apoyados por Bolsonaro. Además, Lula tendrá que lidiar con un Congreso Nacional dominado por partidos de derecha y centroderecha, en el que la principal fuerza será precisamente, el Partido Liberal (PL) de Bolsonaro.
Su principal reto será unir a un país donde 50% le es totalmente hostil y cree que Brasil se convertirá en una nueva Venezuela.