“Párate wey, párate, cómo voy a vivir sin ti”, gritaba una mujer acostada sobre uno de los dos jóvenes asesinados en la Colonia Álvaro Obregón, en Iztapalapa.
“¡Quiero que te pares, quiero que te pares!”, continuaba mientras sus familiares la abrazaban y lloraban.
Los policías corrían sobre la avenida Fuerte de Loreto, de un lado para otro, con sus radios en mano. Eran muy pocos para la cantidad de familia y de vecinos que insistían en quedarse a un lado de los cuerpos.
Según primeras versiones, ambos jóvenes viajaban en una motoneta y algunas personas en un automóvil los persiguieron disparándoles.
Uno de ellos quedó tendido a unos cuatro metros de la motoneta pero el otro, tal vez intentando huir, a unos 50 metros.
Los agresores se dieron a la fuga y en cuestión de minutos los familiares de ambos jóvenes se enteraron de lo que había sucedido.
Entonces corrieron a la avenida y se aventaron hacía los cuerpos aunque los paramédicos intentaban darles primeros auxilios.
Y aunque ya tenían la avenida en ambos sentidos acordonada, fue hasta la llegada de los peritos, que los policías por fin sacaron a los deudos de la zona restringida.
Un grupo de policías de investigación entrevistó a los familiares de las víctimas para intentar obtener información sobre el ataque.
Hasta después de las 23:00 horas los cuerpos fueron trasladados a la morgue.