Son pocas las experiencias que un servidor ha tenido a lo largo de su carrera periodística, pero una que aun mantengo en mi mente fue el haber observado lo que parecía ser, un espíritu errante quien permanece sobre la carretera federal número 30.
Las historias de aparecidos en las carreteras son las más comunes, pero esta es una de ellas que puedo asegurar que fue verdad, además de tener a un compañero periodista como testigo de lo que ahora les relato.
Fue el 25 de diciembre del año 2009 cuando tuve que cubrir la guardia nocturna junto con mi ex compañero, Sergio Alejandro Rodríguez y lamentablemente, surgió un accidente en la carretera federal número 30, a la altura del tramo conocido como La Poza de la Becerra en el municipio de Cuatro Ciénegas.
El trayecto de Monclova al pueblo Mágico transcurrió sin novedad cuando al salir de la población cenéguense, la luz de la luna iluminaba la carretera y un sin número de cruces que se instalaron en un costado del camino, en donde tiempo atrás, fallecieron personas a causas de accidentes.
Antes de llegar al lugar del accidente, sentí que la sangre se me helaba al observar a una persona, en medio de la “nada” sentado en una de las cruces con la mirada perdida hacia la carretera.
Su cuerpo fue claramente iluminado por las luces del vehículo en donde viajábamos pero, la persona ni siquiera se inmuto a nuestro paso.
Seguí con la mirada a la persona mientras pasábamos a su lado hasta que nuevamente observe hacia el frente para después preguntar a mi ex compañero “¿Viste lo mismo que yo?” a lo que Sergio respondió, “Si, una persona sentada en la cruz”.
En ese momento, detuvo la marcha de su automóvil para regresar a toda velocidad hasta el sitio en donde segundos antes, estaba un sujeto, pero este había desaparecido repentinamente.
Sergio continuo con su camino mientras le pedí que me describiera lo que había observado.
Era un señor, grande de edad, canoso, que vestía una camisa azul a cuadros tipo vaquero, me respondió mi compañero y fue en ese momento cuando descubrimos que nos habíamos topado con un alma errante.
Hasta el día de hoy no he podido localizar ningún documento que indique a quien pertenece el espíritu que permanece sentado en la cruz, en espera de que alguien lo ayude a cruzar el más allá.