Yuriria Sierra
Y mientras tanto, la contienda…
Cientos de miles marchan en defensa del INE y contra la iniciativa de reforma electoral de López Obrador. El Presidente parece enojarse y convoca a una pueril y polarizante contra-marcha y la elaboración de un “plan B” legislativo para intentar empujar, vía leyes secundarias, lo que no podrá sin reforma constitucional Y mientras tanto, los tiempos políticos y electorales siguen corriendo. Y, aunque aún faltan al menos dieciocho meses para poder hablar formalmente de sucesión presidencial, lo cierto es que la carrera empezó ya hace meses y no ha hecho más que pisar aceleradores.
Como últimas aduanas ante las urnas estarán el Estado de México y Coahuila. Estos últimos dos procesos servirán de espejo y binoculares: mientras en tierras mexiquenses Morena ya tienen definida a Delfina Gómez como su candidata, aunque hoy le llamen de otra forma, la oposición (PRI, PAN y PRD) apenas ha anunciado que siempre sí irá en alianza y que realizarán mesas para definir cuál será la vía de elección de su abanderada o abanderado. En Coahuila, la cosa está igual, Armando Guadiana arrasó en la primera fase de la encuesta que definirá la candidatura morenista, le lleva 30 puntos a Ricardo Mejía, el favorito en Palacio Nacional; la oposición, ni sus luces.
Rumbo a 2024, el panorama no luce demasiado distinto. López Obrador dio el banderazo de salida, y aunque diga que todos podrán participar dentro de Morena, las figuras que van son evidentes: Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard, Adán Augusto López y Ricardo Monreal. En los últimos días, encuestas realizadas por casas editoriales perfilan justo en ese orden a las corcholatas del Presidente. En la publicada por El País y W Radio, por ejemplo, es la jefa de Gobierno de la CDMX quien se coloca a la cabeza cuando se les preguntó a los participantes del estudio ¿Por quién de ellas (personas) votaría para que fuera el candidato de Morena para presidente o presidenta de México?, es un dato interesante, porque habla de los activos que Sheinbaum ha sumado con el manejo de varias crisis, como el de los feminicidios, y que la desmarcan del discurso obradorista. En este criterio, Ebrard aparece quince puntos abajo, le siguen el secretario de Gobernación y el coordinador de los senadores de Morena, pero ninguno de los dos rebasa 10% de las preferencias. Otra encuesta, ésta publicada por Reforma en septiembre pasado, perfiló a Sheinbaum diez puntos arriba del canciller; una más, de El Universal, la puso arriba por dos puntos.
En lo general, la jefa de Gobierno de la CDMX mantiene ventaja sobre Marcelo Ebrard. Las cuatro corcholatas han aumentado considerablemente sus apariciones públicas, cada una haciendo lo que puede para subir bonos en el name recognition, el primer filtro. No a todos les está resultando bien, como lo marcan las encuestas. Y si falta aún año y medio para llegar al momento de la decisión, lo interesante será ver su potencial para competir, verlos mostrar su músculo político sin confrontaciones innecesarias, sin hacerle daño al movimiento que representan. Sería un error que desaprovecharan el camino que hoy la oposición ni siquiera ha pisado. Aún con el empuje que les resultó la marcha del domingo pasado, por ejemplo, no tienen definido un proyecto, más bien, tienen una lista larga de aspirantes a la candidatura contra la que habrán de competir los morenistas.
Morena debe actuar con pulcritud para no ensuciar los activos que sus perfiles presidenciales tienen hoy. Sería un despropósito ensuciar su contienda interna, cuando además cuenta con al menos dos perfiles que ven con buenos ojos que más críticos o desencantados con López Obrador. Y quizá el primero que debería empezar a entenderlo es el propio López Obrador.