Este año el programa el Buen Fin fue diferente a los anteriores, esta ocasión no arrancó con ventas nocturnas, ni la aglomeración de cientos de consumidores que llegaban atraídos por las promociones y ofertas, la pandemia obligó a cambiar todo el procedimiento que se manejó en los últimos diez años.
Incluso la movilidad en la zona centro fue normal, mueblerías que son los negocios con más presencia permanecieron semi vacíos, con la presencia normal de compradores, y bajo la vigilancia de elementos de la policía COVID y Protección Civil que recorren la zona centro y áreas donde existen negocios que participan en el programa.
Luis Falcón Cárdenas, encargado de una mueblería dijo que tiene cinco años al frente de la negociación y se sorprendió por la poca respuesta de la comunidad de aprovechar los descuentos y promociones de la mueblería, en año anteriores apenas abrían y el negocio se llenaba.
Lo mismo ocurre con cadenas comerciales de mayor demanda, no se permitió filas, se aplicaron protocolos sanitarios para evitar la acumulación de gente pero como quiera no hubo necesidad de mantenerlos en espera, la presencia de consumidores fue mínima en el arranque del programa.
Otro detalle es la prohibición de organizar ventas nocturnas, las operaciones de todos los negocios será en los horarios establecidos no podrán abrir después de las ocho de la noche ni se permitirá largas filas, ni el interior a personas adultas, niños y embarazadas que tienen su horario.
“La mueblería vacía, uno que otro cliente se presentó a comprar, esperábamos más respuesta pero todo apunta que todavía hay temor de la gente por salir a comprar además este año se extendió el tiempo del programa son más días y eso nos puede ayudar a recuperar clientes” señaló el encargado de una conocida mueblería.