El gobierno alemán condenó los ataques ocurridos en la víspera de Año Nuevo, donde policías y bomberos fueron atacados, en su mayoría, con fuegos artificiales.
La gente de toda Alemania reanudó el sábado su tradición de lanzar una gran cantidad de fuegos artificiales en lugares públicos para recibir al año nuevo. Esto siguió a dos años en los que se prohibió la venta de fuegos artificiales, como parte de los esfuerzos para evitar sobrecargar los hospitales, y desalentar las grandes reuniones públicas durante la pandemia de COVID-19.
Las celebraciones estuvieron acompañadas de un gran número de casos en los que los funcionarios de emergencia fueron agredidos con fuegos artificiales.
En Berlín, el servicio de bomberos contó al menos treinta y ocho ataques y dijo que quince agentes resultaron heridos. Por su parte, la policía indicó que tenía dieciocho oficiales heridos, según informes de la agencia de noticias alemana dpa.
La alcaldesa de Berlín, Franziska Giffey, dijo que «esta escala de disposición para usar la violencia y la destrucción… daña nuestra ciudad».
Tuiteó que, a raíz de este incidente, su administración discutirá la ampliación del número de áreas en las que están prohibidos los fuegos artificiales.
La ministra del Interior, Nancy Faeser, quien agradeció a la policía por intervenir en más de cien arrestos solo en Berlín, dijo que «los perpetradores ahora deben sentir claramente las consecuencias legales».
La portavoz del gobierno, Christiane Hoffmann, dijo que el canciller Olaf Scholz y su administración «por supuesto condenan en los términos más enérgicos estos, en algunos casos, ataques masivos».