Urbantecno. Llevamos décadas enviando satélites a nuestra órbita y son muchos los que ya la pueblan, nosotros te hemos contado todo lo que tienes que saber sobre los satélites que orbitan alrededor de la Tierra. Hace unos días, en un comunicado publicado en la página web de la NASA, conocimos cómo el satélite Earth Radiation Budget Satellite, con las siglas ERBS, era retirado por la agencia espacial. ¿Su destino? Acabar sus días cayendo a la Tierra.
Del espacio exterior al mar de Bering
Tal y como puedes leer en el tuit que te dejamos bajo estas líneas, ha sido la propia agencia espacial norteamericana la que ha comunicado que el satélite en cuestión ha entrado en la atmósfera terrestre el día 8 de enero, lo que también ha sido confirmado por el propio Departamento de Defensa de Estados Unidos. Tal y como estaba previsto, los restos del satélite han caído en algún punto del mar de Bering, cerca de la costa de Alaska, sin que se haya comunicado ningún tipo de incidente al respecto. La NASA ya había asegurado que la posibilidad de que los restos del satélite pudiesen afectar a alguna persona eran de 1 entre 9.400, lo cuál ha sido confirmado por el estamento gubernamental.
Fue en el año 1984 cuando la astronauta Sally Ride puso en órbita este satélite, que viajaba a bordo de la aeronave Challenger. En su aventura espacial de casi 40 años, el Earth Radiation Budget Satellite se ha dedicado a medir el ozono de la atmósfera terrestre y a estudiar cómo la Tierra es capaz de absorber y radiar la energía procedente del Sol. El peso de esta estructura se situaba en los 2.500 kilogramos, aproximadamente, y aunque la NASA calculó que la mayoría se incinerarían a su paso por la atmósfera, era inevitable que algunos restos cayesen.
Hasta el año 2005, fecha en la que fue retirado definitivamente, este satélite nos ha mostrado una clara imagen de cómo la actividad humana tiene un efecto directo en el equilibrio de radiación de la Tierra. Tras este satélite, otros proyectos han surgido para continuar estudiando parámetros del planeta, como sería el caso de la misión ERBE, que ha puesto en órbita un conjunto de satélites capaces de recopilar datos sobre la capa de ozono, fundamental para la supervivencia a largo plazo de nuestro hogar cósmico.