Por: Luis Alfonso Valdés Blackaller
¿Camellos en México? Peor todavía: ¿camellos en Cuatrociénegas, a la vuelta de nuestra casa? ¿Quién lo creerá?
Pero sí, hubo unos años que un reconocido Coahuilense, don Jesús Carranza Neira, mantenía dos camellos en su hacienda, y los usaba para transportar cargamentos urgentes a través del desierto hasta Chihuahua.
Es de notar que los camellos son originarios del continente americano, y emigraron hace unos 10,000 años al Asia a través del estrecho de Bering durante la glaciación, el mismo camino que en su momento tomaron las primeras tribus indios de Asia hacia América. Esto se deduce por el estudio de los fósiles encontrados en América. De Asia se extendieron hacia África y Europa. Actualmente se estima que un 70% de la población de esos animales están en África. Son parientes de las llamas y las vicuñas de América del Sur.
Los camellos tienen características que los hacen muy útiles: son muy corpulentos y fuertes. El camello bactriano de dos jorobas llega a pesar hasta 450 kg., y el dromedario, de una sola joroba, hasta 600 kg. Tienen mucha fortaleza, y son capaces de soportar hasta 400 kg de carga por tiempo prolongado. Son capaces de caminar 40 kilómetros al día, con carga. También tienen gran resistencia al calor, gracias a sus patas largas que hacen que el abdomen se aleje del calor del suelo. Son rumiantes y pueden comer hasta 40 kg en solo día de plantas secas e inclusive espinosas. Al ser rumiantes, almacenan la comida en su estómago, para masticarla después. Además, almacenan mucha grasa en sus jorobas, de la que se alimentan cuando hay escases. Toman mucha agua, hasta más de 100 litros de una vez, por lo cual pueden pasar 7-10 días sin tomarla. En resumen, son animales utilísimos para el transporte en zonas de mucho calor y escases de agua.
En la información consultada pudimos encontrar muchas menciones de traer camellos de regreso a América, pero la información es muy vaga, y solo menciona la intención de traerlos.
Año 1550. El Rey de España concede licencia a un señor Cristóbal Muñoz para llevar 100 camelos a las Indias, y en 1551 pide permiso recoger 100 camellos en la isla de Lanzarote en las Canarias.
Año 1552. Hay noticias de que el Capitán Juan de Reynaga, socio de Cristóbal Muñoz, llegó al Perú con 14 camellos. No pudimos encontrar información de que hubieran llegado también a la Nueva España en esa época.
Año 1791. Ya en la Nueva España, dos hombres letrados de esa época se escriben, comentando la conveniencia de introducir camellos a estas tierras, y hacen una extensa comparación entre el transporte de mercancías en mula y el transporte en camellos. Mencionan que la falta o las malas condiciones de los pocos caminos que hay, imposibilitan la carga en carretas, teniéndose las más de las veces que hacerse en mulas, lo que encarece los productos que se transportan. Comentan que la arroba de maíz en Cuernavaca cuesta un peso, pero llevada a la Ciudad de México, cuesta tres. Si se hiciera en camellos, que cargan más de cuatro veces lo que las mulas, se abaratarían mucho los productos, y la población se vería beneficiada. Referente a esta comunicación, al parecer no pasó a mas, ya que no pudimos encontrar que se haya hecho algún esfuerzo por lograrlo.
Año 1825. Ya siendo México independiente de España, la comisión de industria de la cámara de diputados debatía la utilidad de traer camellos a México. Se acordó que el gobierno premiara a los introductores de los tres primeros pares de hembra y macho (este último sin castrar) que lleguen a suelo mexicano. El premio seria de $300 pesos por cada par en el caso de los camellos, pero también se premiaría a los que introdujeran dromedarios, guanacos, alpacas, vicuñas y castores. Pocos días después, modificaron ese punto añadiéndole “en los estados y territorios donde actualmente no se criaron”. Eso parece significar que para entonces ya había algunos camellos en México. También se aumentó a $400 pesos el premio por cada una de las tres parejas de animales. No pudimos encontrar información de que hubieran llegado camellos a México.
Año 1843. Don Antonio López de Santa-Anna, presidente provisional de México, decretó la formación de una escuela de agricultura, con objetivo de la cría e introducción de diferentes razas de animales, entre ellos camellos, llamas y vicuñas.
Año 1855. En los Estados Unidos, el congreso asignó una suma de US$30,000 para la compra de camellos con fines de transporte militar, y en 1856 llegó un primer cargamento de 34 (la mayoría dromedarios) a Indianola, Texas, donde fueron desembarcados. En 1857 llegó un segundo embarque, con otros 41. Ese mismo año, con el propósito de abrir un camino del este al oeste del país, se hizo una expedición en la que se llevaron 25 camellos y carros tirados por mulas. Cada camello iba cargado con 270 kg aprox. El jefe de la expedición en su reporte comentó muy favorablemente sobre la resistencia y la capacidad de carga de los camellos, diciendo que prefería más llevar un camello que cuatro mulas. Después de esa expedición hubo otras, también con resultados favorables. Después de eso, estalló la guerra civil en ese país, en la que no hubo un interés real de ninguno de los bandos por utilizarlos. Los camellos fueron vendidos a particulares.
Año 1858. En un periódico de la ciudad de Mexico se publicó una nota que decía; “Hace tiempo que, por algunas personas residentes de esta ciudad, se pensó hacer un ensayo sobre el costo de conducción de un camello, su velocidad para andar, arrobas de carga que podía conducir, etc. Tomados los resultados conducentes, resultaron ser enteramente satisfactorios. Una de estas personas ha formado una compañía en Europa para introducir 300 camellos y hacer viajes de Veracruz a México, y de México al interior”. De nuevo, no encontramos información del resultado de esta intención.
Año 1869. El presidente Benito Juárez, cuando se encontraba en Chihuahua perseguido por las tropas francesas, le escribió una carta a Don Jesús Carranza Neira (padre de Don Venustiano), que radicaba en Cuatrociénegas, Coah. diciéndole lo siguiente; “Escribí a usted en días pasados diciéndole que me mandara la propuesta para la apertura del camino. Se lo recuerdo porque es de suma importancia que se abra comunicación de ese estado con el de Chihuahua por el desierto, sin dar la vuelta por el Presidio del Norte (actualmente Ojinaga). Sucedía que las tropas francesas tenían bloqueadas las vías de comunicación por el lado sur del estado de Chihuahua, haciendo imposible que las tropas que estaban con el presidente Juárez pudieran recibir comunicación del resto de país y los insumos necesarios. Ayudado por Don Jesús Carranza, la comunicación y el abasto se recibían desde Cuatrociénegas, pero como tenían que atravesar el enorme desierto del Bolsón de Mapimí, tenían que hacerlo por donde hubiera aguajes y pastos suficientes para dar de beber y comer a las mulas y caballos. Eso los obligaba a hacer mucho rodeo, yendo hasta Presidio del Norte, para después bajar a Chihuahua, consumiendo mucho esfuerzo y sobre todo valiosísimo tiempo. En respuesta a la solicitud de Juárez, Don Jesús viajó a Texas, y adquirió dos camellos (algún documento menciona que tres), que seguramente eran parte o descendientes de los que el gobierno de los Estados Unidos había introducido 12 años atrás, y luego vendidos a particulares. De esa manera, Don Jesús pudo recortar la ruta, viajando de Ocampo por Sierra Mojada y Santa Rosalía de Camargo hasta Chihuahua, y así ayudar a la causa mexicana en esa guerra.
Posteriormente, ya a finales del siglo XIX y entrado el siglo XX, se introdujo el ferrocarril, se empezaron a construir caminos, llegaron los vehículos de gasolina, y la necesidad de mejorar el transporte con animales dejo de ser necesaria.
Contribución de: Luis Alfonso Valdés Blackaller, en colaboración con socios Arqueosaurios ~ Arnoldo Bermea Balderas, Francisco Rocha Garza, Juan Latapí Ortega, Oscar Valdés Martin del Campo, Ramón Williamson Bosque & Willem Veltman.
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