Yuriria Sierra
Otra vez, el derecho a decidir
“Es algo fundamental para la vida de una mujer, para su dignidad. Es una decisión que ella debe tomar por sí misma. Cuando el gobierno controla esa decisión, se le trata como algo menos que un ser humano completamente adulto y responsable de sus propias decisiones…”, son palabras de Ruth Bader Ginsburg, una de las figuras más importantes en la historia de EU en cuanto a lucha por la igualdad de género. Un referente del feminismo a nivel global. Jueza en la Corte Suprema desde 1993, uno de sus grandes fallos se dio en 2016, se trató del caso Whole Woman’s Health vs. Hellerstedt, que levantó restricciones impuestas en el Estado de Texas para facilitar la práctica de un aborto, el segundo fallo más sonado respecto al derecho a decidir en EU desde el famosísimo Roe vs. Wade de 1973.
Bader Ginsburg murió en 2020, en ese entonces Donald Trump, quien se encontraba en la recta final de su mandato, alistaba nominaciones para cubrir sillas en la Corte Suprema, que en ese momento estaba compuesta por cinco jueces de tinte conservador y cuatro progresistas. Desde antes de la muerte de la jueza, el entonces presidente republicano preparaba el terreno para tener un Tribunal Supremo a modo, quería que la balanza se inclinara hacia el lado opuesto a la progresía con la que se habían alcanzado resoluciones como la de 2016. Tras el fallecimiento de la jurista, el deseo de Trump se cumplió. En mayo del año pasado, el máximo tribunal estadunidense anuló sentencia histórica que garantizaba el derecho al aborto en todo el país, aquélla de 1973.
Desde entonces, los estados gobernados por el Partido Republicano tienen vía libre para legislar contra la interrupción del embarazo. Así lo han hecho. Apenas este viernes, el gobernador de Florida, Ron DeSantis, del Partido Republicano, firmó nueva ley que prohíbe el aborto desde la sexta semana de embarazo. El embate conservador no cesó con lo ocurrido con la sentencia Roe vs. Wade, hace unos días, un juez en Texas suspendió la aprobación que la FDA otorgó a la mifepristona, un fármaco abortivo. El estado de Nueva York anunció que almacenaría al menos 150 mil de estas píldoras utilizadas desde su aval hace 23 años. El miércoles, otro juez congeló la suspensión, pero sólo de manera temporal. El riesgo está ahí, latente: el aborto en EU ha dado pasos en reversa luego de años de ser un derecho garantizado. Esto ocurre en uno de los países más de avanzada como EU.
Por eso es importantísimo no perder de vista el trabajo de miles, millones, de mujeres en el mundo que, organizadas y lejos de la función pública, realizan para que cada vez más mujeres conozcan los derechos que tenemos, estén escritos o no en la ley. En Colima, por ejemplo, en paredes de zonas vulnerables conviven anuncios políticos y de eventos artísticos con información sobre el aborto, una práctica despenalizada en ese estado desde 2022. Es labor de la colectiva Decide, su finalidad es llevar el conocimiento sobre este derecho a comunidades donde el internet aún no llega, donde la información sobre asuntos sanitarios sólo se hace presente a partir del trabajo de autoridades, que muchas veces se ve rebasado por las necesidades ciudadanas o la falta de interés en las demandas. “El siguiente reto es la despenalización social, o sea, quitar el estigma del aborto. El primer paso para la despenalización social tiene que ver con tener el acceso, tener la información…”, afirmó Francia Macías a mi compañero Abraham Acosta, corresponsal de Imagen Televisión en aquel estado.
La despenalización no es el fin del camino al derecho a decidir. Mientras las instituciones no abran todas las puertas para su acceso –en México sólo seis estados han despenalizado la interrupción del embarazo–, esta lucha no cesará. Lo que ocurre en EU y los enormes pendientes en nuestro país obliga a aplaudir el trabajo de todas aquellas mujeres que buscan que todas tomemos conciencia de nuestros derechos.