Pablo Hiriart
Operación dedazo
El 5 de septiembre de 2022, López Obrador aseguró que el candidato lo elegiría el pueblo, porque ya no era como antes que el presidente lo ponía
Para los que al quinto año de gobierno se sienten decepcionados de Andrés Manuel López Obrador, vale la pena decirles que hay una forma de no equivocarse jamás con él: no creerle nunca.
Dijo que no intervendría en la vida interna de Morena, pidió licencia al partido y aseguró que no sería como antes “que el presidente ponía candidatos y gobernadores”.
El viernes negro, 28 de abril de este año, López Obrador se reunió con los senadores de su partido y les dijo que con ellos estaba quien le sucedería en la presidencia de la República.
A su lado derecho tenía al secretario de Gobernación y al canciller Ebrard, a su izquierda al coordinador de los senadores y a la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum.
De entre ellos cuatro saldría no sólo el candidato de Morena, sino el próximo presidente de México.
Un mes después de tomar posesión, el 4 de enero de 2019, López Obrador anunció que pedía licencia al partido Movimiento Regeneración Nacional porque iba a gobernar para todos los mexicanos.
“Yo tengo licencia –anunció–, permiso en mi partido, no estoy participando en mi partido. Tengo la encomienda de gobernar para todos los mexicanos y como distintivo del nuevo gobierno hemos establecido que no hay partido predilecto, preferido”.
El mismo personaje que dijo a la nación que se retiraba de Morena porque no tenía partido preferido, sostuvo el 17 de marzo de este año ante el 37O Batallón de Infantería en Villahermosa, que PRI y PAN “son de lo peor (y que…) ni estén soñando” con que en la elección del próximo año van a regresar al poder.
Ante los senadores, delante de los cuatro precandidatos designados por él, López Obrador fijó los tiempos de la “encuesta” con que estatutariamente se debe elegir al abanderado presidencial de Morena.
Ni siquiera estaba ahí el presidente del partido para cubrir las formas. La candidatura se adelanta, dijo AMLO.
Apenas el 5 de septiembre de 2022 había dicho que el candidato lo elegiría el pueblo, porque “ya no es como antes que el presidente ponía al candidato”.
Dijo en aquella ocasión: “Todavía hay hasta de los más cercanos que están esperando una señal. Pues se van a quedar esperando la señal. Que se sienten, que busquen una silla, se va a cansar esperando una señal. No va a haber una señal. Son los ciudadanos, es el pueblo, es la democracia, y todos tienen derecho”.
El “exmilitante activo” de Morena, el que “no tiene partido favorito”, el que “no intervendría en las candidaturas” y “no envía señales”, les dijo a los cuatro precandidatos designados por su dedo índice que el proceso debía iniciar en tres meses.
Mario Delgado, líder formal del partido, captó la señal y los tiempos quedaron definidos como lo instruyó el Presidente el viernes negro en Palacio Nacional.
Ya antes había dado el nombre de otros precandidatos entre los que habría de salir el abanderado de Morena. Además de los cuatro mencionados, dijo que estaban Tatiana Clouthier, y dos funcionarios del servicio exterior que puso a competir contra su jefe: Juan Ramón de la Fuente y Esteban Moctezuma.
Ahora descartó a los anteriores y mandó la señal de que la candidatura del partido estaría entre cuatro personas: Sheinbaum, Ebrard, López y Monreal.
¿No que el pueblo?
¿No que la democracia?
¿No que ya no es como antes?
¿No que había pedido licencia?
¿No que ya no tenía partido favorito?
¿No que ya no habría señal?
“Tengan para que aprendan” los ingenuos.
Ahí viene el dedazo.
Dos de ellos llevan años compitiendo en servilismo para alcanzar la gracia del señor Presidente.
Otro, un gallo muy jugado, entendió tarde de qué va esta pantomima y metió reversa.
Y el cuarto, que le creyó el cuento de la democracia y que no intervendría, está siendo devorado por la jauría digital y dibujantes al mando del vocero del Presidente.