Yuriria Sierra
Como en Bolivia…
El presidente López Obrador precisó que el objetivo es recuperar la mayoría calificada en el Congreso en 2024 y entonces enviar iniciativas de reformas constitucionales.
Sabíamos que habría fuego: “No tiene remedio el Poder Judicial. Está podrido, están actuando de manera facciosa…(…) Están dedicados a obstaculizar la transformación del país para sostener el viejo régimen, el antiguo régimen de corrupción y de privilegios…”, una línea discursiva repetida, pero consecuente con lo que expresa cada vez que se ha enfrentado al alcance de los Poderes del Estado gracias a la separación de éstos. Lo adelantamos en este espacio ayer, Andrés Manuel López Obrador nos concedió la razón. Pero, además de las denostaciones hacia los ministros que echaron abajo esta primera parte de su plan B electoral, advirtió que, como con el fallo que detuvo el paso de la Guardia Nacional a la Sedena, enviaría un paquete de reformas previo al fin de su sexenio, para dejar un regalito, una lista de pendientes, a la Legislatura que se avecina y a quien sea que llegue al Ejecutivo.
El llamado plan C que anotó Adán Augusto López tras la resolución del ministro Pérez Dayán, fue detallado por López Obrador en Palacio Nacional, y por si aún había duda sobre la fascinación del Presidente por mirar al pasado, precisó que el objetivo es recuperar la mayoría calificada en el Congreso para entonces enviar iniciativas de reformas constitucionales. Una vez conseguido esto, ahora sí, el salto cuántico al siglo pasado o más lejos: “En septiembre, antes de que yo termine, voy a enviar por lo menos tres reformas hasta ahora, pero vienen otras sociales, tres reformas constitucionales, la del Poder Judicial para que el pueblo elija a los ministros como lo establece la Constitución liberal de 1857 en la época del presidente Juárez, que los ministros los elegía el pueblo…”.
Ningún país en el mundo elige a los ministros de su máximo tribunal a través del voto popular, bueno, excepto uno. Aprovechando el gusto del Presidente por la mirada al pasado, aquí un pequeño recordatorio, no nos iremos siglos atrás, tan sólo unos años: en 2009, la Bolivia de Evo Morales hizo reformas constitucionales que llevaron a la elección de sus ministros a través del voto ciudadano; dos años después se realizó el primer proceso electoral con esta finalidad, el resultado, una elección como cualquier otra en un país donde las voces con poder de decisión son pocas, estuvo plagada “de todos los vicios que presenta una elección de representantes políticos…”, recuerda César Astudillo, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.
La elección de figuras que ocupen puestos que exigen perfiles de alto nivel, no puede quedar reducida a un concurso de popularidad. Mera demagogia, es darle a la ciudadanía un poder que al tiempo le jugará en contra, porque los jueces no tienen que ser populares. Jueces y juezas, ministras, tienen que ser hombres y mujeres de ley. No tienen por qué hacer campaña, mítines ni eventos en los que midan su reconocimiento público. Esto sólo se los dará su labor como garantes de la Constitución.