Por Vianey Esquinca
La víctima soy yo
El jueves 19 de noviembre, México superó los 100 mil muertos por covid-19
El presidente Andrés Manuel López Obrador es un hombre obstinado y perseverante. De eso no cabe la menor duda. Se mantiene inflexible a sus ideas y ha presumido reiteradamente que ha cumplido 95 de los 100 compromisos adquiridos al tomar posesión en diciembre de 2018.
Es una pena que la empatía no estuviera dentro de sus promesas como candidato. Su indiferencia ha sido épica y la ha demostrado con las mujeres que han sufrido violencia, con los feminicidios, con los enfermos de cáncer que se quedaron sin medicina, con sus propios paisanos en Tabasco y ahora con las familias muertos por covid-19.
Lo que pasa es que seguramente no quiere que en su gobierno haya más víctimas que él. Por eso todos los días se victimiza por sufrir ataques de los medios nacionales e internacionales y de sus adversarios políticos. Él quiere tener el monopolio del drama y la atención.
Por eso se la pasa diciendo que los conservadores quieren utilizar la pandemia para culpar a su gobierno, pero es, justamente, al contrario. Él y su gabinete han utilizado la crisis sanitaria para romper un récord mundial: haber encontrado más responsables de la enfermedad que nadie.
Han culpado a la gente rica por haber traído la enfermedad al país; a los refrescos y comida procesada por provocar obesidad, hipertensión, diabetes; a los gobiernos anteriores que dejaron, según él, un sistema de salud en pedazos; a los gobiernos estatales por no tomar medidas; a los medios por querer ser alarmistas y publicar puras cifras negativas. Todos tienen culpa menos su desastrosa estrategia.
Pero la realidad es necia. El jueves 19 México superó los 100 mil muertos por covid-19. Ante esto, instituciones y personalidades de distintos sectores enviaran mensajes de condolencia. Por ejemplo, la ONU en México posteó: “Lamentamos esta cifra atroz. Debemos recordar que nuestro futuro depende de la solidaridad como personas y como naciones”; el Arzobispo Primado de México, Carlos Aguiar, grabó un mensaje dando el pésame a las familias de los más de cien mil mexicanos que murieron por la pandemia, por mencionar algunos.
¿El Presidente de México? Él estaba chacoteando en Palacio Nacional con el beisbolista Julio Urías, su hijo José Ramón y unos amigos. A las 8:46 pm del que debería haber sido un día muy triste, subió video del bonito encuentro entre cuates. Ni una palabra para los familiares de los muertos, ni una sola condolencia.
Al día siguiente, Arturo Páramo, de Excélsior le cuestionó sobre si ante los 100 muertos habría algún cambio de estrategia. El Ejecutivo reiteró lo de siempre: “Lo que se ha hecho es lo que consideramos ha dado resultados”, e incluso se atrevió a decir: “El subsecretario Hugo López-Gatell ha hecho un trabajo extraordinario, excepcional”. Una cosa es que se haya entrampado en su propio discurso y no quiera recular y otra, muy diferente, el intento de engaño.
Pero esa soberbia y ceguera son contagiosas. Cuando López-Gatell dio a conocer en su conferencia la cifra señaló: “hoy en México tenemos 100 mil personas que han perdido la vida por el covid-19, esta es una cifra, desde luego, inusual, no tenía ningún antecedente previo la sociedad mexicana de una enfermedad infecciosa, aguda, que pudiera causar una propagación tan rápida y afectar la vida de tantas personas”. Lo inusual es que él siga siendo la cabeza del combate a la pandemia.
Lamentablemente, no se ve ningún cambio en puerta. Así que se seguirán sumando el número de muertos y contagios, mientras el presidente sigue haciendo gala de insensibilidad y López-Gatell de su papel de marioneta.