Fabiola Guarneros Saavedra
Aprender a estar bien
Lo que haces en el aula tiene eco en la comunidad…
Y después de la pandemia brotaron las emociones, los sentimientos y las crudas realidades vividas durante el encierro. Nos sorprendieron las reacciones, las secuelas y los comportamientos desafiantes en las niñas, niños y adolescentes; la escuela y sus docentes volvieron a ser el primer filtro para identificar situaciones de ansiedad, miedo y depresión en las y los estudiantes.
Pero ¿las profesoras y profesores tienen las herramientas para canalizar los casos graves a centros especializados? ¿La salud emocional de la población es prioridad de las autoridades de gobierno y de salud? No.
“Las carencias del sector salud, cuando la maestra hace todo el trabajo, identifica a un chico que tiene alguna necesidad socioemocional o alguna discapacidad o alguna barrera para el aprendizaje, sensibiliza a la familia, logramos que acudan a algún centro de salud y bueno, las terapias psicológicas son cada mes, si bien nos va. El campo está saturadísimo, no contestan, no hay atención en clínica”. Ése es el testimonio de una subdirectora académica de primaria.
Las emociones afectan la forma en que se aprende. “El miedo, desánimo, dolor de la humillación, el abuso sufrido o la suspensión por un futuro inmediato incierto son situaciones que impiden apropiarse del conocimiento y bloquean los ensayos para la acción”, dice el estudio Aprender a estar bien, estar bien para aprender, de Mexicanos Primero.
Los promedios de lectura en los niños y niñas de entre 10 a 15 años que están tristes algunas veces son de 77.95%, disminuyen a 68.91% cuando están tristes muchas veces y caen hasta el 57.7% cuando están tristes todo el tiempo, como dice la nota periodística de mi compañera Laura Toribio (Excélsior, 26 de abril de 2023).
“Creo que el principal cambio que he notado es que son más vulnerables. Creo que hay problemáticas que hacen que sus emociones se desborden por completo; específicamente, ahorita hay varios casos en tercer año en donde los alumnos diariamente los tengo en orientación con crisis emocionales porque no se sienten suficientes, porque no se sienten preparados para el nivel que viene […] de alguna forma estuvieron conteniéndose emocionalmente durante mucho tiempo y ahorita que ya están en un entorno seguro, perciben la escuela como un entorno en el que pueden expresarse, pues es fácil que se desborden emocionalmente”, dice una orientadora de secundaria a Mexicanos Primero.
“Pues hay veces que, cuando yo estoy así como triste no me logro concentrar mucho, trato de olvidar eso que me tiene angustiada y enfocarme en lo que interesa, que es aprender”, revela una estudiante de secundaria.
El director de Investigación en Mexicanos Primero, Fernando Ruiz, explica que estar bien para aprender requiere no ver a la educación socioemocional como contenidos a enseñar, sino como una nueva forma de aprender, “ahora de forma integral y transversal, en donde los aprendizajes no deben verse ajenos y separados de la corporeidad, los procesos intelectuales, psicológicos y del comportamiento”.
Pero, para ello, primero necesitamos maestras y maestros que estén bien socioemocionalmente y, además, que estén formados, capacitados y acompañados con herramientas y estrategias para identificar y actuar en las escuelas.
A LA MAESTRA Y AL MAESTRO
Durante décadas, la escuela fue un lugar para recortar sentimientos, para negar la personalidad de las y los estudiantes, y para hacer del desgaste y el cansancio algo para celebrar, pero no siempre fue ni será así. Por ello, éstas son las recomendaciones que hace el estudio, que puede ubicar en la página web de Mexicanos Primero:
• Abre la puerta a una forma humanizante de ver la escuela y el derecho a aprender. ¿Cómo te gustaría que hubiera sido tu aprendizaje?
• Todos los aprendizajes, desde la lectura hasta la construcción de edificios, implican el despliegue y la maduración de lo socioemocional. Promueve que tus estudiantes experimenten emociones positivas mientras aprenden y trabajan en equipo.
• Apoya a tus estudiantes incorporando a tu práctica tres aprendizajes de una educación integral y fundamentada: el juego, el contacto con la naturaleza y el cultivo de los afectos. Los llevarán consigo toda la vida.
Y aún con carencias o conocimientos empíricos, la convivencia entre estudiantes y maestros contribuyó a recuperar el estado de ánimo y mejorar los aprendizajes. Gracias, maestras y maestros, por su compromiso y apostolado.