Yuriria Sierra
Mini INE
Duró lo mismo que una boda en Las Vegas. Ése con el que la oposición buscaba jugar su batalla rumbo a la elección de su candidato o candidata presidencial. Ir a la par de Morena y aliados, y así buscar la vía para alcanzarle el paso. Hace apenas 72 horas conocíamos los detalles del proceso que, aunque cuestionable, anunciaron PRI, PAN y PRD junto a organizaciones civiles. Este resultado de un acuerdo histórico “para la democracia mexicana”, decía Marko Cortés el lunes por la mañana, porque, aunque similar al cuatroteísta, el suyo sí estaba dentro del margen de la ley. Y a pesar de los puntos que centraron las críticas dentro y fuera de la alianza, estaba listo, después de todo se trata de una contienda que desde el minuto uno de la actual administración ha exigido la presencia de voces de la sociedad civil, así como de personajes más ligados a la estructura institucional del Estado que de las cúpulas partidistas.
Más allá de la convocatoria a puerta abierta y las 150 mil firmas, el Frente Amplio por México se enorgulleció de que junto a ellos se colocara el llamado Consejo Electoral Ciudadano, un órgano que se encargaría de la organización de todo el proceso. Integrado por expertos electorales, representantes de los partidos, así como de un observatorio ciudadano conformado por nueve personas, sería la herramienta con la que darían rigor democrático.
Hace 72 horas, insistimos, la oposición logró colocarse en un lugar preponderante en la agenda política del país, como hacía mucho no lo hacía. Su anuncio fue incluso tema de la conferencia de Palacio Nacional al día siguiente, desde la perspectiva del descrédito, por supuesto. Sin embargo, aquel consejo apodado “mini INE” se disolvió casi de inmediato, porque más largo fue el previo al anuncio que el tiempo que este consejo estuvo, sino activo, siquiera configurado.
“En su momento aceptamos participar, a título personal y de forma honoraria, bajo la convicción de privilegiar la pluralidad de visiones, el diálogo y, en todo momento, actuar de forma autónoma e independiente. El esquema bajo el cual se llevará el proceso de consulta ha cambiado respecto de lo originalmente planteado, por lo que el grupo original tomó la decisión de disolverse…”, expresaron en una carta firmada todos sus integrantes, Leonardo Valdés Zurita, expresidente del INE; María del Carmen Alanís, expresidenta del TEPJF; los exconsejeros del INE, Arturo Sánchez, Marco Baños, Rodrigo Morales; así como María Elena Morera, Mariclaire Acosta Urquidi, Sergio Aguayo Quezada, Teresa González, Rosa María Mirón y Guillermo Sheridan.
No fue el único descalabro. Horas después de esta disolución, Lilly Téllez, una de las figuras opositoras más sobresalientes con aspiraciones presidenciales, anunció que declinaba su participación en el proceso que el lunes había sido presentado. También argumentó desacuerdos en lo pactado. Para la senadora no hay garantías para hacer de ésta una contienda justa. Y sin la lupa y el trabajo del Consejo Electoral Ciudadano, el panorama no luce parejo para quienes no cuentan con el respaldo de una cúpula partidista. Su mini INE de mínima presencia.
Ese espejo en el que esperaban verse igual al rival, se opacó demasiado pronto, porque mientras esto ocurría en la acera opositora, en el frente oficial, el de la 4T, se conformaba la Comisión Especial para la Elaboración del Proyecto de Nación para profundizar la Transformación: 2024-2030. Más de una veintena de figuras cercanas al movimiento obradorista, sí, pero que alimentan la narrativa del trabajo organizado, lo que no han logrado transmitir desde esa oposición que no ha logrado sacudirse la idea de que llegó tarde a una contienda más que anunciada.