Yuriria Sierra
Atentar contra la Suprema Corte
Hay un encarnizado debate que ha provocado muy intensas manifestaciones y movilizaciones en las calles, así como protestas al unísono en todos los medios de comunicación y en las redes sociales. Una reforma para limitar las facultades y autonomía de la Suprema Corte. Es una confrontación de un solo hombre contra un país entero. Benjamin Netanyahu ha decidido poner en jaque la separación de Poderes y con ello la estabilidad democrática de Israel, apoyado sólo por el fanatismos religiosos de muchos de sus seguidores incondicionales.
En un país centrado en una región tan históricamente conflictuada, la Suprema Corte de Israel ha sido un absoluto baluarte para la defensa de los derechos civiles y la democracia en el país. Su independencia y autoridad se han forjado a lo largo de décadas de juicios imparciales y decisiones fundamentadas en el respeto a la ley y la justicia.
Sin embargo, la iniciativa impulsada por Netanyahu y sus seguidores pretende socavar esta institución clave de la democracia israelí. El intento de limitar las facultades de la Suprema Corte y someterla a una mayor influencia política amenaza con debilitar los cimientos mismos del sistema autónomo de justicia y dar paso a una manipulación de las decisiones judiciales en función de intereses particulares y de corto plazo.
El capricho personal de Netanyahu parece ser el factor determinante en esta ofensiva contra la independencia judicial. Tras su salida del cargo, el exprimer ministro se ha enfrentado a diversas investigaciones y acusaciones de corrupción, lo que ha puesto en jaque su legado político y su futuro legal. Al reducir el poder de la Suprema Corte, Netanyahu busca debilitar cualquier posibilidad de que las decisiones judiciales afecten su situación jurídica y política.
Evidentemente, esta maniobra no sería posible sin el apoyo ferviente de ciertos sectores religiosos ultraortodoxos, quienes han encontrado en Netanyahu a un aliado dispuesto a ceder a sus todas sus demandas a cambio de respaldo político. La influencia de los fanatismos religiosos en la política israelí es una preocupación que ha venido en aumento y que ahora se manifiesta con fuerza en esta lucha por la autonomía judicial.
La independencia del Poder Judicial es pilar fundamental de cualquier democracia madura. La Suprema Corte de Israel ha sido vista como un referente por su independencia (ante clivajes sociales tan profundos con la religión) y su capacidad para defender los derechos y libertades de todos los ciudadanos, sin importar su origen, raza, religión, posición social o política.
Las protestas masivas que han surgido en respuesta a esta reforma son un claro indicio de que muchos israelíes valoran la integridad del sistema judicial y no están dispuestos a permitir que sea politizado o manipulado por intereses particulares.
La responsabilidad recae ahora en los líderes israelíes y en la sociedad civil para preservar la autonomía de la Suprema Corte y rechazar cualquier intento de debilitar el sistema judicial. En tiempos de desafíos políticos y sociales que se nutren de los fanatismos, la fortaleza de una democracia se pone permanentemente a prueba. La independencia de Poder Judicial es una conquista institucional esencial de cualquier sistema democrático y que su protección debe ser una prioridad para garantizar un futuro en paz para cualquier territorio, pero, sobre todo, en territorios, como el nuestro, que viven casi permanentemente en guerra por tantos otros motivos.