Yuriria Sierra
Ebullición
No. No hablaré sobre la ebullición política de estas semanas, tanto en Morena como en el Frente. O sí, pero más adelante. Hace unos días, veíamos a decenas de ballenas varadas en una playa australiana. Ni todos los intentos de los rescatistas lograron devolverlas exitosamente al mar. Muchas regresaban a la arena tras haber sido devueltas a su hábitat. Nadie ha logrado explicar exitosamente qué ocurrió con ellas. Pero no es difícil intuirlo. En los últimos días se ha desatado una ola de discusiones y reacciones tras el sorprendente anuncio del director de la ONU, António Guterres, en el que afirmó que hemos alcanzado el fin de la era del cambio climático y, lamentablemente, hemos entrado en una nueva etapa denominada “ebullición global”. Esta declaración ha generado controversia y preocupación en todo el mundo, ya que representa un giro inesperado en la narrativa sobre la crisis climática que enfrentamos.
Durante décadas, la comunidad científica ha estado advirtiendo sobre los peligros del cambio climático provocado por la actividad humana y las consecuencias devastadoras que conlleva. Temperaturas delirantes, inundaciones, sequías, huracanes más intensos, derretimiento de glaciares y el aumento del nivel del mar son sólo algunas de las señales evidentes de que nuestro planeta está sufriendo. Esos efectos no sólo impactan la biodiversidad, sino que también amenazan la seguridad alimentaria y la estabilidad socioeconómica de numerosas comunidades alrededor del globo.
Es comprensible que la comunidad científica necesite encontrar nuevas formas de expresar la realidad del cambio climático y las perspectivas para el futuro, pero la comunicación de estos hallazgos debe ser precisa y cuidadosa para evitar confusiones innecesarias.
Además, no debemos olvidar que este tipo de anuncios impacta directamente en las políticas públicas y las decisiones empresariales. Si realmente hemos alcanzado el fin de la era del cambio climático, podríamos correr el riesgo de relajar las acciones y medidas que hemos venido implementando para abordar esta crisis, lo cual sería un gravísimo error.
En cambio, debemos tomar esta declaración como una llamada de atención para seguir actuando con urgencia. A pesar de los esfuerzos realizados hasta ahora, aún nos enfrentamos a grandes desafíos y debemos continuar promoviendo la transición hacia fuentes de energía renovables, adoptando prácticas sostenibles en todos los sectores y fomentando la conciencia ambiental en nuestras comunidades.
Y a mitad de la otra ebullición, la política, los ciudadanos debemos pedir a los pre-precandidatos de Morena y del Frente Amplio que asuman posturas y delineen claras políticas públicas respecto a la ebullición global. De varios de ellos sabemos que el tema los ha ocupado desde antes: Claudia Sheinbaum forma parte del grupo que ganó el Nobel de la Paz por su acción contra el cambio climático, además de sus políticas públicas de sustentabilidad y varios premios verdes a su gobierno; Marcelo Ebrard, igualmente, cuando gobernó la CDMX con las primeras políticas medioambientales y como canciller en la atención de las exigencias energéticas de la comunidad internacional; Xóchitl Gálvez, que entiende del tema desde el desarrollo tecnológico, pero también de economía circular; Adán Augusto, que tiene como centro de su preocupación el tema del agua en toda la República, Manuel Velasco, que desde su partido PVEM ha impulsado varias iniciativas en el Legislativo desde hace tiempo, pero ya que estén en capacidad legal para dar propuestas tendremos que estar muy pendientes de cuál sería su plan para afrontar esta recargada emergencia mundial.
El futuro de nuestro planeta está en juego y también es nuestro deber, como sociedad, actuar de manera consciente y colaborativa para protegerlo. La ebullición no va a distinguir entre ricos y pobres, hombres y mujeres, morenos y güeros, bugas y gays, católicos y ateos, pueblo bueno o mafia del poder: nos va a destruir a todos de la misma forma si no lo atendemos de manera conjunta, inteligente, empática y responsable.