Por Rocío de Jesús
Con gran tristeza, pero con una gran fe de volverlo a ver, el presbiterio y la comunidad de la parroquia Sagrado Corazón de Jesús del municipio de Frontera, despidió al sacerdote José Gilberto Arroyo Soto Arroyo, a quien el Covid arrebató la vida.
En una ceremonia de exequias despidieron al Padre Pepe, como le conocían, quien a sus 35 años perdió la batalla contra el impredecible virus.
Su hermano en la fe y además amigo, Padre Andrés García Sánchez, párroco del templo Verbo Encarnado, fue quien dirigió las palabras a la comunidad y sincerándose con los presentes, mencionó que le era tan difícil, que tuvo que escribir lo que iba decir.
“Me pidieron decir unas palabras, pero es difícil en estos momentos, hablar de la resurrección en un momento triste es difícil, pienso en la imagen de La Piedad, donde la virgen dolorosa tiene en sus brazos a su hijo muerto.
Entre las cosas que teníamos en común el Padre Pepe y yo, es que nuestras familias no son tan católicas, no al grado de tener participación en algún apostolado, ellos son de una fe sencilla e interior.
No imagino lo incomprensible que resulta para su mamá y para su papá, para su hermano y su hermana, sus sobrinos, esta pérdida irreparable, no existen palabras de consuelo adecuadas, solo frases trilladas como: está en un mejor lugar, ya está en la presencia de Dios, para allá vamos todos o solo está dormido en el Señor; que, si bien son ciertas, en este momento resultan incomprensibles porque el consuelo solo viene de Dios.
Invito a su familia, a que si bien, nuestra fe puede verse turbada en este momento, Pepe no estaba equivocado en quien ponía su confianza, el decidió este camino y no quedarán defraudados, hay que seguir confiando aún en medio de la tristeza y del miedo.
Durante el tiempo que él estuvo hospitalizado, nunca pidió por sí mismo, siempre pidió por los demás enfermos, ofreció sus sufrimientos por muchas necesidades y por eso estamos agradecidos.
A toda la gente que oró por Pepe, no piensen que no fueron escuchados, la oración se fue a donde tenía que irse y por eso estamos aquí y por eso muchos otros se han recuperado”.
“Hace poco que platicábamos llegamos a comentar que el día que no estuviéramos en este mundo, no queríamos que todos estuvieran tristes.
Ustedes conocieron a Pepe y sabían que le gustaba la fiesta, tantos recuerdos vienen a mi mente, tantos encuentros, partidos de futbol, balonazos, retiros, convivencias y demás, recordar todo me hace pensar en la resurrección, todos estábamos ahí y queríamos estar con Jesús, seguirlo y dedicar nuestra vida a su servicio, somos siervos que solo hemos hecho lo que teníamos que hacer.
Él nos ha preparado un lugar junto a él, para que donde él esté, estemos también nosotros, hablar de la resurrección, es difícil pero no imposible, Dios siempre camina a nuestro lado”.
Ese fue parte del emotivo mensaje que el párroco dirigió en memoria de su amigo el Padre Pepe, cuyas cenizas partirían ayer mismo a su ciudad natal, Saltillo, para ser entregadas a sus padres.