Jorge Fernández Menéndez
Candidatos, vacíos e incertidumbres
El proceso de selección de candidatos, tanto en Morena como en el Frente Amplio por México, avanza mostrando las propias contradicciones de sus actores. En el oficialismo, llama profundamente la atención que, salvo Marcelo Ebrard, ninguno de los otros cinco actores que buscan la Presidencia de la República haya presentado propuestas serias.
Prácticamente todos se han limitado a repetir los slogans de propaganda de Palacio Nacional y no sabemos qué piensan de la seguridad, la economía, la salud, la educación, sin duda los temas centrales de la próxima campaña electoral.
No se trata de presentar programas acabados a nueve meses de los comicios, cuando incluso se estaría con ello en el límite legal de este proceso que se ha desarrollado por completo casi fuera de él. Se trata de esbozar por lo menos lo que se quiere más allá de la ilusoria propuesta de que simplemente se seguirá la vía iniciada por el lopezobradorismo. Quien gobierne desde octubre de 2024 no tendrá las mismas condiciones de López Obrador, ni en el país ni en el Congreso, probablemente tampoco en un entorno de seguridad, internacional y económico mucho más complejo. Quien gobierne, quien sea, tendrá que hacer más política y menos propaganda, deberá tener más pragmatismo y menos ideologización. Y para eso se necesita tener perfiles adecuados y propuestas, aunque sean básicas.
En Morena, al no darse ningún tipo de debates entre los aspirantes, nos hemos quedado, a 10 días de que concluyan las campañas internas, sin una idea de qué quieren cinco de los seis aspirantes. Ebrard, por lo menos, ha presentado propuestas en torno a la seguridad, la salud, la economía, las mujeres, podemos tener una idea somera de cómo querría gobernar. De los demás hemos tenido fotos y declaraciones, nada más.
La situación en el Frente Amplio no deja de ser similar, aunque existe mayor apertura discursiva. Por lo menos allí ha habido una suerte de debates, en realidad, monólogos compartidos. El programa lo está realizando un equipo coordinado por José Ángel Gurría, absurdamente descalificado en su capacidad profesional por el presidente López Obrador. Se puede estar o no de acuerdo con Gurría por su desempeño político, pero sus largos y exitosos años al frente de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, donde se reúnen los países más desarrollados del mundo, tendrían que ser un referente más allá de ideologías partidarias.
Más allá de eso, uno tiene idea de cómo gobernaría Santiago Creel, Enrique de la Madrid o Beatriz Paredes. La incógnita, y es lo que le da más fuerza en este momento a su candidatura y genera mayores expectativas es Xóchitl Gálvez. No dudo ni por un minuto de las capacidades de la senadora para ser una buena candidata en campaña. Pero nos debe todavía mucho más y debemos tener de ella una propuesta de gobierno mucho más orgánica.
Existe un problema adicional que no es menor. Para el 3 de septiembre el Frente, y para el 7 Morena, tendrán definidos a sus candidatos, pero éstos no podrán registrarse hasta mediados de noviembre. Quedará un periodo de vacíos legales y políticos que pueden llenarse de cualquier manera, sucesos que hipotéticamente podrían mover las precandidaturas.
El 28 de noviembre de 1993 fue destapado por Carlos Salinas de Gortari, Luis Donaldo Colosio como candidato presidencial. Salinas tenía una aceptación cercana del 80%, se acababa de confirmar el TLC y Colosio se percibía como un buen candidato. Quedó en el camino Manuel Camacho, por cierto, su segundo era Marcelo Ebrard. Manuel siempre pensó que a él le correspondía ser el sucesor de Salinas. Se dio lo que entonces se conoció como “el berrinche” de Camacho, que renunció a la jefatura de Gobierno del DF y se fue a Relaciones Exteriores.
Un mes después, el primero de enero el 94, se dieron, al mismo tiempo, la entrada en vigor del TLC y el levantamiento zapatista y todo el escenario cambió. Camacho se convirtió en comisionado para la paz y se transformó en una suerte de candidato alterno de Colosio, todo entró en una profunda confusión que tendría que haber terminado el 22 de marzo de ese año, cuando Camacho se comunicó con Colosio y le confirmó que no buscaría la candidatura. Al otro día, Colosio fue asesinado en Lomas Taurinas y el resto de la historia ya la conocemos.
Nadie tiene asegurado nada en política, sobre todo cuando se está avanzando por un terreno ignoto, política y legalmente, como el actual, con un ambiente de fuerte inseguridad pública marcado tanto por el empoderamiento criminal como por la polarización política alentada desde el propio poder. En ese escenario habría que asumir que cuanta mayor claridad tengamos sobre qué quiere un candidato, menor será la posibilidad que exista de que sea desechable, por cualquier razón.
Próximamente tendremos precandidatos, tenemos dos polos políticos (y un partido MC, que quiere ser tercera fuerza, pero que, en realidad, está esperando a ver qué sucede con los dos polos principales y sus aspirantes) y tenemos muy pocas propuestas. Frente a nosotros, pasada la primera semana de septiembre, tendremos también un amplio vacío legal y político para los aspirantes, en un escenario donde nadie podrá dar nada como seguro.