Vianey Esquinca
Aventurero
A las muy desangeladas precampañas de las corcholatas, Marcelo Ebrard le vino a poner sal y pimienta, cuando en la semana explotó y acusó a sus correligionarios de acarreo, utilización de recursos públicos y cuchareo de encuestas para beneficiar a la favorita de Palacio Nacional, Claudia Sheinbaum.
La actitud del excanciller provocó varias lecturas: 1. Sabe que va a perder y está vendiendo caro su amor aventurero. No se trata únicamente de él, sino de la gente que lo ha apoyado a lo largo del proceso y su equipo. Tiene que garantizarles espacios y posiciones en el gabinete y en el Congreso. No está dispuesto a poner en oferta el reconocimiento a su eventual derrota, al contrario, la cobrará a precio de Rodio.
2. Necesitaba urgentemente acaparar nuevamente los reflectores ya que la monotonía de las campañas a la única que beneficiaba era a la exjefa de Gobierno. Ebrard había iniciado muy bien al adelantar su renuncia al gabinete, luego tuvo un resbalón cuando anunció una Secretaría de la Cuarta Transformación, encabezada por Andy López Beltrán y de ahí en adelante ni frío ni calor, ni caro ni barato. La atención mediática se había desplazado hacia el Frente Amplio por México.
3. Está preparando su salida acreditando, desde ahora, que le ganaron utilizando las más sucias y corruptas prácticas partidistas. Si pierde dirá que no fue penal y no se irá calladito, sino que se convertirá en un peligro para Morena. Aunque Ebrard señaló que no piensa irse del partido, muchos ya lo ven fuera. 4. Está convencido que realmente puede ganar y que le quieren arrebatar su candidatura a la mala y no está dispuesto a claudicar.
5. Quiere demostrar que sigue siendo competitivo. Prácticamente, 90-95% de las encuestas que se han dado a conocer, señalan que Sheinbaum tiene una cómoda ventaja sobre él, la percepción de una victoria ineludible e inminente le hace mucho daño.
6. Mandó un mensaje al Presidente de que no están cumpliendo los acuerdos para que ponga orden y volviera a dar un manotazo. A estas alturas del partido, ya no le importa que cada denuncia o berrinche le reste puntos con López Obrador; está dispuesto a ejercer su derecho constitucional al pataleo.
Pero también hubo quien vio en las denuncias de Ebrard mano negra y las ubicaron como parte de un plan diabólico en el que López Obrador está de acuerdo en que se vaya a Movimiento Ciudadano y así se dividan los votos de la oposición, beneficiando a Morena. De esta manera, ganarían todos: MC tendría más posiciones, el partido guinda, la Presidencia, y el mandatario podría coleccionar otro partido rémora más.
Lo que es un hecho que Ebrard rasguñó al Presidente, a Sheinbaum, a la Secretaría de Bienestar, a Mario Delgado y Alfonso Durazo. Demostró que puede ser peligroso y hasta letal porque no tiene filtro llegando, incluso a acusar a todos de delitos electorales.
También lo que pasó la semana pasada dejó claro el papel que jugará cada personaje en la contienda interna de Morena. Claudia sigue siendo la favorita y protegida de Palacio, Adán Augusto López y Manuel Velasco servirán de comparsa para legitimar la victoria de Sheinbaum. Gerardo Fernández Noroña es al que echan a pelear y que puede desempeñarse como el tonto útil; Ricardo Monreal es el que sabe que no tiene ninguna posibilidad de ganar, pero que jugará al demócrata para ganar puntos y sí para ocupar un espacio conveniente hay que alzarle la mano a Ebrard o a Sheinbaum lo hará sin remordimiento. Mientras que Delgado y Durazo seguirán intentando que el proceso no se les caiga a pedazos, como si realmente dependiera de ellos y no del único que puede evitarlo: el Presidente.