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Augusto Martínez fue el único en llegar a la cita que tenía pactada ayer con su amigo Baptiste Jacques Daniel Lormand.
Desde el 25 de noviembre, ambos habían acordado verse ayer para comer, intercambiar consejos, disfrutar de la plática y bebidas, como lo hacían desde hace 30 años que se conocían.
El encuentro de amigos se convirtió en una despedida para el empresario francés que fue asesinado y su cuerpo fue localizado el sábado en Tlalpan, junto con el de su socio Luis Orozco.
Augusto recorrió 45 kilómetros desde Ixtapaluca para llegar junto con su esposa e hija a la Glorieta de Arquímedes, en Avenida Presidente Masaryk, donde se reunieron aproximadamente 300 manifestantes que marcharon en memoria del restaurantero.
La familia de Augusto escribió en cartulinas frases para denunciar la ola de violencia que azota al País.
«Una persona muy humana, muy amigable, tal es la prueba, si ves a la gente que está aquí, la mayoría viene por Baptiste, por ser una persona humana.
«Cuando supe de la desaparición, automáticamente me alarmé. Empecé a reproducir la ficha de pérdida y alguno de mis conocidos me adelantó la mala noticia», narró Augusto.
Momentos previos a que comenzara la marcha, a las 15:00 horas, había una presencia inusual de policías en Polanco.
Decenas de agentes en patrullas, en bicicletas y a pie, se esmeraban por hacerse notar mediante constantes recorridos por las calles en comparación de otros barrios de la Capital, donde ese despliegue policíaco es en ocasiones desconocido por los ciudadanos.
Una procesión que la integraban familiares, amigos y vecinos de la víctima, avanzó en silencio por Avenida Presidente Masaryk.
Los semáforos en verde para los automovilistas fueron interrumpidos por habitantes consternados, que lloraban mientras sostenían rosas blancas.
Los manifestantes llegaron al restaurante Surtidora Don Bátiz, en Calle Julio Verne, propiedad de Baptiste Jacques.
Uno a uno, cada participante dejaba una rosa, cartulinas o prendía veladoras en tres altares que fueron montados afuera del negocio.
«¡Mi gente!, no dejen para mañana lo que se pueden comer hoy», es una de las frases jocosas que están escritas en la fachada de Surtidora Don Bátiz, pero que ayer fueron rodeadas con listones negros y peticiones de justicia.
Del restaurante, partió otro contingente hacia la Embajada de Francia en México, en Campos Elíseos.
El Embajador francés Jean Pierre Asvazadourian declaró que el Gobierno de la CDMX le aseguró que trabajan para que haya justicia en el asesinato de Lormand.
Mariel García pidió permiso para salir tres horas antes de su trabajo, en Coyoacán Centro, para poder llevar a la Embajada tres veladoras y la bandera de Francia que hizo de papel.
Es clienta del Surtidora Don Bátiz y quiso dar el último adiós a Baptiste.
«Lamentablemente, la Ciudad está muy peligrosa, necesitamos ciudades seguras. Hay mucha violencia y lo que queremos es vivir en paz», compartió Mariel