Rubén Moreira Valdez
En días pasados, un grupo armado montó un operativo en los límites de Nuevo León y San Luis Potosí; esto para despojar de sus vehículos a quienes tenían la mala fortuna de circular en esos momentos por la carretera 57.
No es la primera vez que eso sucede; los vecinos cuentan historias de terror, que incluyen violaciones, robos, golpes, amenazas y secuestros. Los delincuentes, cuyo tono de voz no es de la región, tienen como objetivo principal apropiarse de camionetas; ellos cesan su jornada cuando tienen en su poder un buen número de ellas.
La principal carretera del país es la 57, conecta la Ciudad de México con la frontera norte. Todos los días miles de personas y mercancías son trasladadas por esta importante arteria. En diversos puntos hay noticias de incidentes relacionados con la seguridad. Hay reportes en tramos del Estado de México, Hidalgo y Guanajuato. Sin embargo, los peores acontecimientos se dan en el estado que gobierna Samuel García.
En México la seguridad se encuentra en crisis. La afirmación del gobierno sobre una supuesta disminución de los homicidios es muy dudosa. Hay cifras negras y una gran cantidad de personas que no encontramos. Por otro lado, la hegemonía del crimen en algunas regiones baja los enfrentamientos de bandas rivales y, por ende, los asesinatos.
Lograr la paz requiere de una estrategia multidimensional; igual se debe impulsar el bienestar social, que la construcción de instituciones y la aplicación de la ley. Pero hay tareas urgentes que no admiten pretextos, menos si provienen de políticos frívolos como el gobernador de Nuevo León.
¿De qué sirve a una persona que se encuentra con el cañón de una pistola en la cabeza, que las autoridades repitan que hay una nueva “estrategia” de seguridad, o que, asumiéndose como influencer salgan con distractores? Las familias que en la carretera 57 vivieron la terrible experiencia de ser asaltados y dañados en su dignidad, se quedaron esperando la respuesta del estado.
En las redes sociales circula un video donde un histriónico Samuel García dice haber comprado un helicóptero de combate para acabar con los delincuentes. ¿Cómo es posible que un gobernarte salga con semejante tontería? ¿Cómo es posible que en el estado norteño no se estructuren políticas públicas efectivas? ¿Por qué los factores reales de poder, que en otras ocasiones fueron críticos, hoy están ajenos y en silencio? La respuesta da para muchas líneas; pienso escribir después al respecto.
Por lo pronto, espero que las actuales generaciones de jóvenes, algún día, puedan cruzar el país en automóvil sin el miedo a ser emboscados. Yo lo hice en un bocho y disfruté del gran país que era México.