El Convenio Marco para el Control del Tabaco fue adoptado en 2003. Hoy ya protege al 90% de la población mundial. Cuáles son los desafíos para el futuro según expertos internacionales
Desde la década de 1950 se ha comprobado que consumir productos del tabaco causa cáncer de pulmón. También se ha descubierto que aumenta el riesgo de sufrir otros tipos de cáncer, como el de laringe o el de colon, infartos, diabetes, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, y que el humo que se genera daña a otras personas inmediatamente o cuando sus partículas quedan en los muebles o en las paredes.
La epidemia del tabaquismo hoy mata a más de 8 millones de personas al año en todo el mundo, aunque son fallecimientos totalmente evitables. Sin el negocio millonario por la venta de los productos del tabaco, esa epidemia no existiría ni sería una de las principales amenazas de la salud pública global.
Hace 20 años atrás, se adoptó el primer tratado de salud pública: el Convenio Marco de la Organización Mundial de la Salud para el Control del Tabaco (CMCT), y ya ha demostrado cambios positivos.
El tratado consiste en un paquete integral de medidas efectivas -basadas en resultados de investigaciones científicas y en documentos internos de la industria y con respaldo de un análisis del Banco Mundial– que los países deben implementar como prohibir totalmente la publicidad, promoción y patrocinio de los productos de tabaco e incluir advertencias sanitarias con imágenes en el empaquetado de los cigarrillos.
También deben crear ambientes libres de humo en lugares de trabajo y transporte público, entre otros; establecer impuestos saludables y realizar acciones contra el comercio ilícito de productos de tabaco.
En diálogo exclusivo con Infobae, Adriana Blanco Marquizo, nacida en Uruguay y actual jefa de la secretaría del convenio del CMCT de la OMS, contó que durante las dos últimas décadas, “se consiguió un descenso de la prevalencia de consumo de tabaco y del número absoluto de fumadores”.
En el año 2000, el 32,7% de la población mundial de 15 años o más eran consumidores de alguna forma de tabaco. En cambio, en 2020 ya se había reducido al 22,3%. Si se mantienen los esfuerzos actuales en el control del tabaco en todos los países, se prevé que la tasa siga disminuyendo hasta el 20,4% para 2025, según el reporte publicado por OMS.
Ya 74 países cuentan con normas para proteger a los fumadores y desalentar el consumo que abarcan todos los lugares cerrados frente a sólo 10 que había en 2007.
Otro cambio -señaló Blanco Marquizo- es que ahora varios países están empezando a pensar en estrategias que pueden llevar la prevalencia a niveles muy bajos (5% o menos) en lo que se llama “estrategias de final de juego”.
Por ejemplo, Nueva Zelanda aprobó un paquete de leyes que limita el número de vendedores minoristas y promulgó una política que impulsa una generación libre del tabaco. No se venderá cigarrillos a nadie nacido a partir del 1 de enero de 2009. La prohibición entrará en vigor en 2027, cuando los nacidos en 2009 empiecen a cumplir 18 años.
América del Sur también logró un hito. “Fue la primera subregión 100% libre de humo de tabaco al menos en el interior de lugares públicos y de trabajo y en el transporte público. Además, algunos países han ido más allá y han incorporado también las partes exteriores de esos sitios”, señaló la funcionaria desde la sede de la OMS en Suiza.
Gracias al tratado, “se frenó el crecimiento de la epidemia de tabaquismo, y en algunas regiones, como América Latina, comenzó el descenso de la prevalencia. Ya hay evidencia del descenso de las muertes”, resaltó al ser consultado por Infobae el médico Eduardo Bianco, quien fue coordinador de la Alianza para el Convenio Marco para la Región de las Américas y director del Centro de Cooperación Internacional para Control del Tabaco del Ministerio de Salud de Uruguay.
“Los Estados comprendieron la magnitud del problema y comenzaron a aplicar las principales medidas -basadas en la mejor evidencia científica- contenidas en el Convenio”, afirmó. “También ha servido como contrapeso a la total libertad de la industria tabacalera para influir en las regulaciones de control del tabaco”, sostuvo Bianco, quien este año publicó un artículo comentario en la revista The Lancet sobre el tema.
Cuando el tratado se adoptó en 2003, se preveía que las muertes por el tabaco iban a aumentar de 5 a 10 millones de muertes para 2020 si no se tomaban medidas. La carga de la mortalidad aumentó un 40% menos de lo previsto antes de la introducción del convenio.
Se han hecho muchos cambios en el mundo desde 2003, pero aún hay varios desafíos. “Todavía falta financiar adecuadamente el control del tabaco acorde a la magnitud y severidad del problema. No se puede olvidar que es la principal causa de muerte absolutamente evitable a nivel mundial, con un gran impacto sanitario y económico”, remarcó Bianco.
También “se deberían aplicar más intensamente las medidas del convenio que limiten/impidan la interferencia de la industria tabacalera en el desarrollo e implementación de medidas de control del tabaco. Se debería enfrentar la estrategia de la industria tabacalera del uso de cigarrillos electrónico y productos de tabaco calentado”, según Bianco.
Durante la última década, la industria promociona más el vapeo y otras formas de consumo del productos como si fueran menos dañinas. Sin embargo, de acuerdo con la OMS, “las evidencias revelan que estos productos son perjudiciales para la salud y no son seguros”.
En febrero pasado, un estudio de la Escuela de Medicina de la Universidad del Sur de California, en los Estados Unidos, demostró que los vapeadores y los fumadores de cigarrillos convencionales tienen niveles similares de daño en el ADN, más del doble que los no fumadores. Fue publicado en la revista especializada Nicotine & Tobacco Research.
“Desde 2003 hasta ahora se han logrado cambios importantes en el mundo. Hay países como Brasil que -a pesar de que es uno de los principales productores de tabaco- se ha convertido en uno de los líderes mundiales al implementar las medidas del Convenio, que se conocen como MPOWER”, comentó a Infobae Patricia Sosa, directora de programas para América Latina y el Caribe de la Campaña Niños Libres de Tabaco.
Queda pendiente -indicó Sosa- “avanzar en el aumento de impuestos a los productos de tabaco y adoptar prohibiciones completas de publicidad, promoción y patrocinio. Solo 9 países de la región tienen medidas de prohibición total de la publicidad, aunque muchos de ellos no prohíben la exhibición en el punto de venta. En el caso de impuestos, apenas 3 cumplen con las recomendaciones del convenio”.
En el mundo 183 países son miembros del tratado. Esto significa que ya protege al 90% de la población mundial. Entre los pocos que aún no lo ha ratificado (y el único de Sudamérica) figura la Argentina, donde la mortalidad continúa siendo elevada y el consumo per cápita se ha mantenido estable en los últimos 15 años.
El 12% del gasto sanitario nacional se destina al tratamiento de los enfermos por el tabaquismo. En 2020, un 14% de las muertes anuales fueron provocadas por el consumo de tabaco, según la jefa de gabinete del Ministerio de Salud de la Nación, Sonia Tarragona.
Días atrás, en una reunión en Buenos Aires, organizaciones no gubernamentales nacionales e internacionales, como la Fundación Interamericana del Corazón en Argentina (FIC Argentina) hicieron un llamamiento a la Cámara de Diputados de la Nación para que trate de manera urgente el proyecto que el Poder Ejecutivo mandó para que ratifique el Convenio Marco.
“La Argentina sancionó en 2011 una ley nacional que tuvo su buen impacto. Pero hasta ahora el Congreso no ha ratificado el convenio marco y aún el derecho a la salud de la población no está siendo garantizado plenamente. Por ejemplo, se necesita que se prohíba cuanto antes la exhibición de los paquetes de los productos del tabaco en los puntos de venta y que se fiscalicen las normas que ya existen”, explicó a Infobae Mario Bedosti, coordinador del área de incidencia de FIC Argentina. El país se encuentra en el puesto 4° en el ranking de América Latina por tener los cigarrillos más asequibles.
Si bien el Gobierno prohibió importar, distribuir, comercializar y publicitar los productos de tabaco calentado, la industria es global y llega igualmente a la población a través de las redes sociales con sus publicidades y la defensa de sus productos. Por lo cual, -aclaró Bedosti- se necesita una respuesta coordinada con los demás Estados y para eso es necesario que el país ratifique el convenio y que participe en la elaboración de las estrategias globales frente al problema”.