Ignacio Moreira Loera Instagram: @thewaxwingmra1
En México, algunos dan la vida por defender las selvas y humedales que los vieron nacer, que guardan el recuerdo de sus ancestros. En nuestro bello, pero peligroso país, hay algunos que a pesar del riesgo que representa luchar contra el yugo criminal, velando por la madre tierra dan sus vidas frente a las manos de los grupos de la delincuencia, quienes desplazan a la naturaleza, asesinan a sus guardianes e imponen campos de blancas amapolas que terminan teñidos de rojo.
Un reporte de la organización Global Witness informó que tan solo en el 2021, en México desaparecieron o fueron asesinadas 54 personas defensoras del medioambiente y la tierra.
El registro comenzó a llevarse a cabo en el 2012 y desde entonces, nunca habíamos encabezado la lista de los países más peligrosos para los conservacionistas, hasta hace dos años que nos volvimos la nación con más ecologistas asesinados durante el periodo mencionado.
Conocido es el caso del ambientalista Homero Gómez, arduo defensor de la Mariposa Monarca y los ecosistemas en donde habita, quien recibió amenazas por parte de un grupo del crimen organizado, que posteriormente lo desapareció y asesinó. Homero administraba la reserva El Rosario, en el estado de Michoacán, un santuario dedicado a la protección de la mariposa; según sus cercanos, fue privado de la vida por los grupos delincuenciales, quienes tenían interés en explotar ilegalmente los recursos maderables de la zona; el trabajo del activista se interponía entre los criminales y su rentable negocio.
También conocemos la historia de José Isaac Santos Chávez, abogado cuyas críticas contra la Minera Piña Colorada le costaron la vida; José Isaac fue secuestrado, torturado y asesinado en abril del 2022 y, por lo menos hasta febrero de este año, no existía carpeta de investigación; de hecho, al pedir que el caso fuera atraído por la Fiscalía General de la República, el órgano respondió a los abogados afirmando que no existía ni siquiera una denuncia emitida.
Historias como estás en nuestro país hay muchas y se remontan a años anteriores; sin embargo, como sociedad, no vemos que haya disminución de estos delitos y las víctimas y sus familiares no encuentran justicia.
El crimen organizado actualmente opera innumerables actividades que afectan las zonas naturales de nuestro territorio: la minería, la tala de árboles, la industria ganadera, la agricultura y claro, la incontrolable producción de droga, cuyos plantíos arrasan con los bosques, las selvas y florestas, y son todas aquellas personas que defienden estos ecosistemas en las regiones de conflicto, las que acaban pagando las consecuencias de un país azotado por el narcotráfico, de un Estado omiso a la justicia, que no protege su biodiversidad y que deja desamparados a los que luchan por salvarla. Sin embargo, el crimen organizado no es el único actor de violencia, El Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA) concluyó, después de un análisis, que durante el 2022 el 45% de los sucesos de agresión en contra de grupos defensores fue perpetrado por alguna autoridad.
En nuestro país, los defensores de la tierra y el medioambiente se ven desamparados, y la flora y fauna por las que velan, terminan abandonadas a merced de la destrucción.