Parte 1…
Néstor J. Hurtado Vera.
Hace una semana, en este mismo espacio editorial hice un sencillo análisis sobre el panorama nacional y como éste pudiera impactar en lo local, dado a que históricamente, después de las elecciones a gobernador, los resultados casi siempre son influenciados por la “ola federal”.
Reitero que, en Coahuila, hay sencillamente dos bandos, como bien lo sabe, por un lado, la alianza PRI-PAN-PRD y por el otro Morena- PT-PVEM, y aunque veo alguna ligera posibilidad de que algún liderazgo de MC pueda beneficiarse de la “ola naranja” del gobernador de Nuevo León con licencia, Samuel García, sin duda las preferencias se dividen entre los primeros dos mencionados.
Hoy hablaremos específicamente de los recién ganados, los aliancistas que, en junio pasado ganaron la gubernatura con más del 56 por ciento de los votos.
Sin lugar a dudas la receta utilizada dio resultado y no tendrían porque innovar o experimentar, ya que la ciudadanía entendió la filosofía y la naturaleza de la coalición y la respaldó.
Con un gobernador saliente bien evaluado como lo es Miguel Riquelme y con un gobernador electo como Manolo Jiménez, con la mayor ventaja electoral en los últimos tiempos en Coahuila, lo mejor que pueden hacer es fortalecer el modelo de alianza electoral, y como todo en la vida; debe ser eliminando lo que no sirve, mejorando lo que tenga remedio y reforzando lo que funcionó.
Sin duda, su mejor gallo a la senaduría es el todavía gobernador, Miguel Riquelme, ya que es el gobernador mejor evaluado del país, asimismo a quien se le reconocen resultados en materia de seguridad y de dinamismo económico, por lo que me atrevo a decir que, si se postula, la coalición gana sin ningún contratiempo.
En las alcaldías la fórmula será sencilla, salvo algunos Ayuntamientos, en donde puede haber ajustes, creo que el PRI relegirá a sus cuadros en donde gobiernen, a la par de que el PAN hará lo propio y más cuando hace unos días, las respectivas dirigencias hablaban de una coalición total, en donde buscarán no confundir al electorado e ir juntos en los cargos locales y federales, lo que dice de manera indirecta que habrá acuerdos de unidad.
En sencillas palabras, pienso que el priísmo tendrá mano en la mayoría de los cargos federales y municipios mayormente poblados y el PAN seguramente reelegirá como ejemplo en Monclova con Mario Dávila o en General Cepeda con Pablo Salas, y quizás los albiazules alcancen alguna candidatura de competencia federal, por el efecto “Xóchitl”.
Es importante analizar que, en esta alianza, al igual que en otras fuerzas políticas existen diferencias, como en todos lados, el tema es que las han sabido dirimir y como se dice de manera coloquial, al final todos se “alinean”, de hecho, no recuerdo haber escuchado de algún pleito siquiera en el último año.
Finalmente, veo desde mi perspectiva que, mezclando los resultados del gobierno estatal y el éxito de la coalición en junio pasado, por primera vez en muchos años, el efecto nacional no influirá notoriamente en Coahuila.
De los aliados del partido presidencial, escribiremos la otra semana, nos leemos pronto.