Rubén Moreira Valdez.
Todos saben en Guerrero que el crimen es dueño de una buena parte del territorio. Salvo en contados espacios, la delincuencia trasiega la droga, la comercializa, cobra cuotas por las actividades económicas e incluso gubernamentales que se realizan.
Taxco es uno de los más bellos Pueblos Mágicos del país, muestra del churrigueresco mexicano y una joya colonial que es destino de turistas nacionales y extranjeros. Es el lugar de nacimiento de Juan Ruiz de Alarcón, novohispano y uno de los más grandes intelectuales mexicanos, también de la feminista Laureana Wright, directora del famoso periódico Violetas del Anáhuac, el primero en el país dedicado a las mujeres.
Taxco, además, es lugar de la derrama económica de José de la Borda, quien fuera el hombre más rico de la Nueva España y quien, mediante la explotación de cientos de esclavos e indígenas, nos legó el hermoso templo de Santa Prisca. Don José era querendón con sus hijos y se dice que mandó construir el templo para que su hijo Manuel oficiara allí y no anduviera batallando. Incluso en el lugar se reporta la aparición de Santa Prisca, que tuvo la gentileza de hacerse presente en una tormenta para detener los rayos que caían en el sitio.
La violencia y el miedo se han apoderado del municipio. En el fin de año, el Pueblo Mágico vivió una de sus recurrentes crisis de seguridad. Tres periodistas fueron secuestrados, una pareja de maestros fueron asesinados y doce personas desaparecidas en un solo evento. Según registros oficiales, en el primer semestre del año se duplicaron los homicidios con respecto al mismo periodo del año anterior.
En una excelente nota, la periodista Azucena Uresti hizo público el control que tiene la delincuencia sobre la venta de bebidas alcohólicas, lo que en un destino turístico representa considerables ingresos. Sin embargo, no solo en ese rubro está la presencia del crimen, todas las actividades económicas pagan cuotas, desde el transporte hasta los artesanos de la plata.
En una entrevista del periodista Rodrigo Rico al alcalde de Taxco, queda de manifiesto la incapacidad del edil para gobernar y gestionar políticas públicas asertivas. Esquivo, aparentemente ajeno a la realidad y a la defensiva, lanza amenazas y predicciones que son mensajes ocultos. Incluso culpa de la crisis a los periodistas.
Lo que sucede en Taxco no es nuevo en el país, pero no por eso no se debe señalar. Como se debe mencionar el silencio que los otrora sonoros actores políticos mantienen. En tiempos recientes, ante la brutal muerte de dos maestros, el poderoso SNTE hubiera levantado la voz; igual, ahora callan las cámaras empresariales ante las agresiones a sus agremiados.
Por su parte, mientras la gobernadora sigue fiel a su política de dejar hacer y dejar pasar, los taxqueños tienen miedo. Están solos y muchos me dicen que este año no tendrán elecciones libres.
Dedico estas líneas a Francisco Cervantes y Alfonso Cepeda Salas, cuyas organizaciones en la era priista paralizaban el país para exigir respeto a sus agremiados. Ahora toda está requetebién.