Una breve mención en el evangelio según San Mateo hace canónica la historia de los sabios de Oriente que llevaron obsequios a Jesús
Protagonistas de una de las últimas fechas del calendario de fiestas dedicadas al nacimiento de Jesús, los tres Reyes Magos son personajes cuya identidad, a lo largo de los siglos, ha sido materia de debate.
Mencionados brevemente en el evangelio según San Mateo, estos personajes son siempre relacionados con uno de los primeros reconocimientos de la divinidad del Hijo de Dios, puesto que recorrieron un largo camino para presentarle sus respetos.
De acuerdo con el texto bíblico, se trataría de visitantes del Oriente que llegaron primero a Judea, donde se entrevistaron con el entonces rey Herodes el Grande, diciendo que irían a ver a quien sería el nuevo monarca.
Siguiendo una estrella, se presentaron en el humilde pesebre de Belén para ofrecerle suntuosos regalos al pequeño Jesús, con lo cual cumplirían un par de profecías anunciadas décadas atrás por Isaías y David.
¿Quiénes eran los Reyes Magos, según la Biblia?
De acuerdo con los textos sagrados, lo único que se sabe es que eran visitantes del Oriente quienes, siguiendo una estrella que vaticinaba el nacimiento de alguien importante, habían llegado a ofrecer sus respetos.
En realidad, San Mateo no menciona que fueran solo tres personas y, en algunas traducciones, se dice que eran hombres sabios o astrónomos, lo cual se puede inferir por el seguimiento que hacían de las estrellas.
A pesar de su breve aparición en los textos bíblicos, los sabios de Oriente fueron clave en el cumplimiento de algunas profecías. Sus regalos de incienso, oro y mirra, que significan la espiritualidad, la riqueza y la nobleza, respectivamente, cumplen una profecía escrita por Isaías.
En tanto, el hecho de no ser judíos implica el cumplimiento de un Salmo profético del rey David, donde decía que gente de otras naciones rendiría homenaje al Mesías. Y aún más, también ayudarían al cumplimiento de una oscura profecía de Jeremías, donde advertía sobre la masacre de infantes ordenada por Herodes para tratar de encontrar al nuevo rey anunciado por su presencia.
¿Cuándo se hicieron magos… y reyes?
Aunque usualmente los identificamos como magos, estos personajes no tenían poderes mágicos o místicos, pero un error de traducción colaboró en ello. Sucede que en las escrituras griegas se les reconocía como “magi”, que era un tipo de sacerdote persa, pero las traducciones a lo largo de los siglos transformaron el significado a mago.
Aunque en el texto bíblico no se les reconoce como reyes, durante la Edad Media se les consideró así debido a los suntuosos regalos que le ofrecieron a Jesús, puesto que el oro, el incienso y la mirra eran casi propiedad exclusiva de la nobleza.
Estos productos también son responsables de que pensemos en ellos siempre como tres. Las primeras representaciones de Sus Mágicas Majestades, las cuales datan del siglo 3, ya los señalan como reyes y como tres, aunque San Mateo nunca dijo un número en particular.
Aunque tampoco se conoce su lugar de origen, durante la Edad Media comenzó a representarse como originarios de tres de los continentes conocidos en la época, lo cual cumple otra profecía, según la cual los reyes de todo el mundo se arrodillarían ante Jesús.
¿Se llamaban Gaspar, Melchor y Baltazar?
Debido a que el evangelista no abunda en la identidad de los visitantes que agasajaron con regalos al niño Jesús, no es posible saber si en realidad existieron tres reyes con esos nombres en la época.
Lo cierto es que el primer relato que los nombra así, llamado Excerpta latina barbari, data del siglo 8 y luego, con ciertas variantes idiomáticas, se adaptaron sus nombres a Melchor, Gaspar y Baltazar.
Sus nacionalidades fueron inferidas posteriormente. Se dice que Baltazar, comúnmente pintado como de raza negra, sería rey de Etiopía o Arabia, Melchor, de barba blanca o rubia, sería rey de Persia y el pelirrojo Gaspar sería monarca de la India. Ellos ofrecieron mirra, oro e incienso, respectivamente.
Según la tradición católica, las reliquias de los tres Reyes Magos fueron conservadas primero en Constantinopla, para ser trasladadas a Milán en el siglo 5 y, a partir del siglo 12, reposan en la catedral de la ciudad alemana de Colonia.