Diversos estudios han comprobado lo mucho que aporta la presencia de un padre a la vida de sus hijos y en el caso específico de las niñas, es crucial para que ellas puedan desarrollar su amor propio y su seguridad. A continuación explicamos cómo afecta a una niña crecer sin padre.
Crecer sin un padre puede tener consecuencias importantes para una niña. No tener la guía, el amor, y la estabilidad de un padre puede marcarla durante toda su vida y afectar sus relaciones con otros hombres en cualquier ámbito.
Muchas veces significa que la niña no tiene el apoyo necesario para afrontar los cambios emocionales que conlleva la pubertad, formalizar relaciones con sus compañeros, manejarse en situaciones difíciles y encontrarse a sí misma.
Sin el consejo y el ejemplo de un padre, la niña puede tener dificultades para conocer sus propios límites y respetarse. Estas limitaciones pueden llevar a comportamientos que ponen en peligro su seguridad o a ceder a influencias externas sin pensar demasiado.
La niña puede tener dificultades para establecer metas a largo plazo y lograrlas, así como para ser perseverante, ambiciosa y segura. Experimentar sentimientos como culpa, vergüenza, soledad y frustración que pueden afectar negativamente tanto su autoestima como su confianza en sí misma y en los demás.
Una niña sin un padre puede experimentar ansiedad, depresión o incluso desesperanza, esa ausencia puede afectar la forma en la que ve el mundo y en la que enfrenta los retos, su desempeño académico y su capacidad de tomar decisiones. También puede sentirse más cómoda con la soledad, tener menos expectativas y esperar menos.
Cómo sanar la herida de un padre ausente
Es importante que los hijos de padres ausentes sepan cómo sanar la herida emocional de esta realidad de sus vidas, porque puede dejar cicatrices profundas que permanecen hasta su adultez.
Es fundamental obtener el apoyo necesario para superar la herida emocional, lo que significa contar con alguien de confianza con quien compartir los sentimientos. Un consejero, un amigo o un familiar íntimo pueden convertirse en una especie de confidente para hablar sobre los sentimientos generados por un padre ausente.
Otro paso fundamental para la curación de la herida emocional, es aprender a reconocer los propios sentimientos, particularmente aquellos difíciles y desagradables como tristeza, envidia o rabia. Esto significa analizarlos conscientemente para poder observarlos con detenimiento y comprender de dónde vienen y finalmente expresarlos.
Sanar la herida emocional generada por un padre ausente requiere mucho trabajo y compromiso, pero si se sigue el proceso adecuado, los hijos afectados seguirán adelante siendo plenos y saludables.